Con algunos cambios de nombres, el team oriental tuvo algunos puntos destacables y otros no tanto. Analizamos el rendimiento individual de nuestros players en un nuevo clásico del Río de la Plata.

CAMPAÑA
Logró lo imposible, mandar al banco a Muslerita. Mostró un interesante uso de las manos en alguna incidencia y una presencia diferente, aunque vistió de verde y no salió con la rodilla arriba en ocasión del gol de cabeza del ex yerno de Maradona.

Cáceres
Las fans calendaristas dirán que está cada día más lindo, los periodistas dirán que su polifuncionalidad es un gran insumo para el combinado y nosotros diremos que se podría haber metido la mano en el bolsillo antes de conceder un penal en los descuentos, cosa que nunca le iba a pasar a un Jesús Cono Aguiar o a un Samantha Rodríguez.

COATES
Tenía la oportunidad de jugar por segunda vez en lugar de José Giménez y, aparentemente, sufrió una lesión. El concepto de lesión ha variado mucho en los últimos años, porque se lo vio salir caminando por sus propios medios. Si no se le despierta la épica de jugar en una pierna un clásico rioplatense, ¿qué se la despierta? Propició el ingreso del hijo del Juanchi González, tal vez su mejor contribución (para el team porteño).

GODÍN
Juegue con quien juegue en la zaga, el capitán siempre está con su joroba mágica, con el brillo de la calvicie que gana en las dos áreas y la voz de mando ante cualquier rival. En su línea habitual, con una exquisita barrida que se llevó merecidamente el cartón amarillo y a la que protestó airadamente, como debe ser.

VIÑA
Subió bien en alguna oportunidad, lo que le vale habitualmente elogios acerca de su similitud de estilo con un lateral brasilero. También le cabeceó un elemento de 1.65 en el área chica, cosa que a laterales uruguayos como José Batista o Nelson Cabrera nunca les pasó. Ya con el match finalizado, se paseó en sutién con su camiseta en la mano, peleando con su compañero González (hijo del Juanchi) por la camiseta de Messi.

TORREIRA
Partido para cinco puntos del jockey, con un buen envío para el primer gol uruguayo y algún quite, pero lejos de la dinámica habitual. Se espera más de él, porque si va a trotar, preferimos que el Quetejedi ponga al Bastriboy Bentancur que al menos sabe un poco más con la pelota. Era el único player compatriota capaz de mirar a los ojos a Messi por una cuestión de altura, y se llevó el casillero de las patadas vacío. Preocupante.

VECINO
Su mejor aporte fue en el gol que hizo en el relato de Sonsol, que lo confundió con Cavani. ¿Aportó orden táctico? Aportó orden táctico. ¿Controló los tiempos del partido? Controló los tiempos del partido. Y lo decíamos el otro día en Fanáticos, charlando con el Maestro Tabárez, que sin dudas el gran presente de Vecino no es casualidad. Podrá gustar o no, podrá llenar el ojo más o menos, pero es innegable que su presencia ordena, clarifica, jerarquiza, or-ga-ni-za el fútbol de Uruguay como pocos volantes en los últimos treinta años.
(Concepto a cargo del comentarista invitado de la jornada).

valverde
Aunque tiene unas condiciones notables y una pegada exquisita, mostró mucho menos de lo que viene mostrando en el Real Madrid, como debe hacer un repatriado de verdad. Ya convertido en un hombre de bigote y barba y próximo a estrenar paternidad, el Pajarito se puso a tiro con lo que indica la historia para un jugador que ya entró en la veintena y es de esperar que comience la curva descendente. Se fue sustituido por Bentancur.

LOZANO
¡Cuánto hemos pedido al Huevo Lozano! Desde aquella actuación consagratoria en los Juegos Panamericanos, no hemos tenido un jugador de sus características. Antes de disentir con este concepto, póngase la mano en el corazón y piense que, si no estuviera él, estaría Livianico Lodeiro, Giorgian De la Rasqueta, Gastón Ramírez y Gastón Pereiro por ese andarivel. ¿Verdad que ahora le convence un poco más?

Suárez
Mientras jugó Roberto Cavani, se recostó a la derecha y mostró la velocidad de Zalayeta después de la última pretemporada de su carrera. Eso sí, le metió una pelota de gol a su socio que ni el propio Enzo Francescoli. Entreveró, ensució, sacó faltas, protestó como le pedimos siempre. Así, sí, Luis Alberto. Por si fuera poco, tomó una página del libro de oro de Pablo Javier Bengoechea y clavó un tiro libre con maestría. En el debe, faltó algún entrevero con Messi en vez de tanta risita cómplice y franeleo.

Cavani
Completísima actuación de Roberto. Se hizo presente en la red con una definición a lo Wilmar Cabrera, se ganó una amarilla, invitó a pelear a Messi, jugó de nueve y sacó pelotas de cabeza en el área uruguaya. El Quetejedi lo cuidó, sacándolo a los 55 para dar entrada a Bo Derek Laxalt. Debió quejarse por el cambio, como para que su actuación fuera perfecta.

GONZALEZ
Cuando entró, tenía la marca del láser en la frente como el Negro Mende ante los daneses en el 2002. “Es por el lado del 4, chicos”, habría dicho el técnico argentino y se notó. El hijo del Juanchi le puso ganas y no escondió ninguna de sus limitaciones, pero le costó insertarse en el partido. A su favor, no es fácil pasar de marcar al puntero de Plaza Colonia a enfrentar a consagrados en las grandes ligas. Perdió todos los duelos, incluido el que sostuvo con su compañero Viña (acaso más rápido) para llevarse la camiseta de Messi. Ubiña y Matosas se hubieran peleado para ver quién le pegaba, otros tiempos.

BENTANCUR
Entró para aguantar la pelota, pero no se le dio. Cambió camiseta con su compañero Dybala, ninguno de los dos va a tener que lavarla. Elegantísimo, como siempre.

LAXALT
¿Cómo pasamos de los rulos peinados con savia del Pelusa Magallanes a las trenzas de Bo Derek de Laxalt? ¿No nos proporcionaba un Cebolla Rodríguez entrado en carnes una mayor sensación de revulsivo que el ágil elemento que todavía está por descubrir si es lateral o volante? Está en la edad en la que estas preguntas deben transformarse en respuestas, o por lo pronto en la de cortarse las trenzas y mirar un par de videos del Churrasco Pelegrín para ver cómo es la cosa.

RODRIGUEZ
Pasó de meter un gol de crack contra Hungría y a ser comparado con el Pepe Schiaffino, a ser una víctima más del 4-4-2. Pasa en las mejores familias. Entró allá por el minuto 86, en uno de esos cambios en los que, si el jugador que entra hace alguna genialidad, se consagra para siempre. No la tocó, pero sumó una internacionalidad absoluta. Claro, hay que decir que podría haber entrado Stuani, algo que a la gente le hubiera sentado mucho peor.

Quetejedi
No es menor el hecho de que fue la primera vez en todo el proceso en que, estando Muslerita convocado, va al banco. De todas formas, lo mejor fue cuando se arrimó al borde de la cancha en el conato de scaramuza que se suscitó al final, conmovedor. Podrá mandar a sus players a jugar de guante blanco, podrá poner a Giovanni González o demorar algún cambio; pero un técnico que está dispuesto a enteverarse y meter al menos una puteada, siempre será destacado.