Ya lo dijo el Pato Sánchez cuando lo entrevistaron medios chilenos: “A los chilenos les pesa el Centenario. Lo que pasa es que es muy difícil ganar en nuestro estadio. Se siente una mística distinta y eso se hace notar a las visitas”. A la prueba está, los chilenitos llegaron el día antes, concentraron, no reconocieron la cancha y tras el partido se tomarán un vuelo chárter de regreso a Santiago. Además, pidieron expresamente no compartir túnel con el equipo uruguayo, ya que consideran que es muy estrecho y quieren evitar roces. “El primer encuentro entre ambos equipos sólo se producirá en el saludo antes del partido”, dijo el vocero de nuestros agrandados visitantes de la jornada.
Uno de los diarios de aquel país, titula hoy: “La maldición de Montevideo: Una historia de golpes, bravatas, emociones y fútbol, en la que Chile nunca ha sacado la mejor parte ante Uruguay, jugando en su mítico estadio”.
Dicen los fríos trasandinos que el Centenario se asemeja mucho al histórico Coliseo Romano. Los jugadores, cual gladiadores, sienten cómo vibra el cemento de la vieja estructura del estadio cuando caminan hacia la cancha por un túnel muy estrecho. “Intimidante en todos los sentidos, menos para los uruguayos, que están acostumbrados a la sensación. Para la visita, en tanto, puede transformarse en un suplicio emocional. Una de las grandes víctimas de esta tortura ha sido la selección chilena. La estadística es contundente y extremadamente negativa: 23 partidos jugados, siete empates y 16 caídas. Ningún triunfo desde que enfrentó por primera vez a la Celeste en este mítico recinto, el 10 de enero de 1942, cuando sucumbió por 6-1”.
Y cabe recordar cómo les pesa el roce, la mirada fea, el cuerpo a cuerpo. El 15 de noviembre de 2003, nos visitaron en el coloso de cemento. La previa del compromiso había sido normal, hasta que ambos elencos coincidieron en el trayecto hacia el césped del estadio. A pocos segundos de abandonar el pasillo, los players orientales comenzaron a amedrentar a los chilenitos, que decían: “Nos metieron por un túnel, apagaron las luces y nos agarramos a combos. Fue bien estresante, ellos lo tenían preparado para amedrentarnos. A mí me llegó un volador, no sé de dónde salió. Cada uno empezó a aforrar como pudo para intentar salir luego del túnel”, recuerda Miguel Ramírez, ex jugador chilenito. En definitiva, Uruguay ganó 2 a 1 y lo sucedido a la salida de los vestuarios condicionó el ánimo de los visitantes. Hasta el hijo de Pablo Forlán supo imponerles el rigor a los chilenitos como se ve en el video y en la foto.
¿Se entiende por qué pidieron por favor túneles separados? QUE VUELVAN LAS METIDAS DE PESADA EN EL TÚNEL DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!