Cada match que aleje calendaristas, es una victoria para el obdulismo y para los que queremos que vuelva la celeste de antes. Eso es clarísimo. Por eso, hay varios motivos para estar satisfechos por lo visto ante los árabes, además de algunos preocupantes aspectos a trabajar antes de que sea demasiado tarde.

Se vio en la cancha a un combinado que cedió la posesión del esférico a un rival que no tenía idea de qué hacer con él ni armas (había que hacer el chiste) para llevar peligro al arco de un Muslerita que tuvo el tupé de batir el récord de partidos jugados de Mazurka vistiendo de un rojo carmesí obsceno. El team oriental terminó replegado un partido en el que jugó como marca la historia. ¿Esperaban una goleada? ¿Querían una ofrenda a los neocalendaristas que son incapaces de haber llevado un tambor a la tierra de los zares?

Siempre, para los que no conocen mucho de la historia y se creyeron que éramos una máquina de jugar al fútbol, nos costaron estos partidos ante rivales de poco fuste. Por eso, saludamos ese terminar con los dientes apretados defendiendo en campo propio, apelando a proteger el balón en el banderín del córner, poniendo un triple 5 ante la incredulidad de los que esperaban una exhibición. Muchos obdulistas sintieron una dicha inconmensurable por volver a experimentar esa sensación de que los genitales se unan con las amígdalas, para ser más finos. ¿Cuántas veces lo habremos vivido en el pasado? Por eso, es un síntoma positivo de que la esencia vive.

Y lucha, como por ejemplo contra el hecho de estar clasificados una fecha antes, o el de no tener ni una sola tarjeta en dos partidos, o el de ser el equipo que menos faltas cometió. Sí, pese a un 1-0 feo y aburrido en el que terminamos pidiendo la hora, vamos liderando la tabla del ferplei. Y eso no lo podemos permitir. Quedó en el debe, porque hay que decirlo, alguna arrimadita de ropa al cuerpo de los saudíes. Porque tenemos players capacitados para eso, porque ya demostró el Mono Pereira en 2014 que hay veces en las que hay que moverle el esqueleto al rival si el clima del partido lo pide.

Que no nos agarre blanditos la última fecha del grupo. Vamos a jugar contra rusos, es decir contra gente que desayuna vodka desde los 5 años y anda de remera cuando hay 3 grados. Va a estar Vladimir Putin en el palco y gente con AK-47 en las afueras del estadio, pero deberá surgir el temple de nuestros Robertos, de nuestros players más curtidos o de nuestro solitario hombre de ébano; para hacer entender a los bastriboys, a los Varelita, a los Muslerita que el partido se juega con los huevos en la punta de los botines, que puede llegar a haber algún conato de violencia bien entendida y que no hay que temer que nuestro nombre recorra el mundo si de defender el honor de la blusa color cielo se trata.

Que vuelvan las demostraciones magras que alejan al gran público, que vuelva el murmullo, la reprobación y la poca identificación de las golondrinas del éxito hacia el team oriental. Que vuelva el equipo que se agiganta cuando nadie lo espera, ¡que vuelva la celeste de antes!