“Se estudian soluciones para rescatar a Pili”, “Gobierno instrumenta préstamo especial de un millón y medio de dólares para rescate de Pili”. Al principio nos preocupamos, después nos preguntamos qué podría estar pasando con Leonel Eduardo Pilipauskas, el famoso Pili, autor del mejor gol del fútbol uruguayo temporada 1998 y considerado uno de los peores jugadores de la historia del Atlético de Madrid. Pero más allá de entrar en detalles, siempre es oportuno rescatar el legado de aquellos players de los que no se les habla a los botijas en un país que supo hacer un culto de los que destacaban más por su fiereza que por su destreza. Supo, porque hoy se viven otros tiempos.

¿Sería popular en Instagram hoy Pilipauskas? ¿Aparecería en un calendario? ¿Entraría al vestuario de Bella Vista con una carterita Luis Butón abajo del sobaco? Tal vez, aquel guerrero que entraba la cancha y dejaba hasta la última gota de sudor, ese lateral derecho que le daba a usted la seguridad de que nunca iba a fallar y que, para pasar por ese sector de la cancha, los rivales iban a tener que trabajar bastante; nació en la época correcta. La época de Pilipauskas era la de los jugadores que entendían lo que tenían que hacer, que tenían claro cómo se jugaba cada partido. Lógico, no en vano supo ser un discípulo aventajado del Gladiador Ribas.

Sin ser un talentoso, Pili cumplía dejando la camiseta bien transpirada tras cada partido. Eso lo llevó a ser considerado durante el paso de Daniel Passarella por la selección y a ser convocado por Víctor Haroldo Púa para la Copa América de 1999, donde lograría un vicecampeonato. Rescatemos a Pili, sí. Para que las nuevas generaciones sepan que detrás de ese apellido tan poco común, no había un sicario de algún pequeño país de Europa del Este ni un actor lituano, sino un hombre que hizo lo que pudo en una cancha de fútbol con la velocidad, la destreza y la técnica que le tocó. Y aunque su fútbol haya sido tan difícil de clasificar como su apellido de pronunciar, jugó hasta los 41 años, cuando las nieves del tiempo habían plateado su sien hacía rato y los rivales ya lo trataban de usted.

Son muchas las razones para rescatar a Pili, un hombre que hoy, valdría mucho más de ese millón y medio de dólares que se propone invertir para su rescate. Apoyamos cualquier iniciativa que se proponga rescatar a elementos como este lateral derecho a la uruguaya, a la vieja usanza, y que esto sirva para mantener vivo un legado. Rescatemos a Pili y a tantos otros, ¡y que vuelva la Celeste de antes!