Ayer se jugaba un partido de esos que hay que ganar siempre, como sea y como marca nuestra rica historia. A esta gente le ganamos una final del mundo en su casa, así que ya todos sabemos lo que significa este partido en Uruguay. Para empezar, no se le dio a este encuentro el ambiente que se necesitaba, para hacerle sentir el rigor a los pecho fríos del norte. De entrada nomás, no se les chifló el himno, se les dejó cantar y se les empezó a hacer sentir cómodos para lo que iba a venir después. Acá vendrá algún pacifista a decirnos que no se chifla un himno, pero ese que vaya y vea lo que es jugar de visitante en otros lados. Esto no es tenis ni polo señores!

Ya el otro día se dijo que era un partido por los bizcochos y para alguna gente no era importante hacernos respetar, ¿y ayer? Seguimos desperdiciando oportunidades de marcar la cancha, este campeonato pareciera estarse jugando en terreno neutral, o pero aún parecemos visitantes! Otro ejemplo, el 5 cagó a patadas todo el partido y recien lo echaron al final, todavia va y se tira a dormir y nadie hace nada, no hubo uno que lo levantara de la camiseta a lo Darío o a lo Chengue! No se mostró lo que se había mostrado en el primer partido contra Brasil, a lo mejor hubo algún “rezongo” del pichón del quetejedi.

Para estos botijas, más importante que los resultados es la formación en Viejos Valores. Y se están formando mal, influenciados por el infame proceso fabricante de premios fer plei y calendarios. No se metió a ningún venezolano ni a ningún brazuca a patadas en el culo para el túnel, no se hizo vibrar ninguna manga, no se recibió a nadie en el aeropuerto… Si mañana estos señoritos nos representan a nivel mayor en el exterior, seguramente no estarán preparados para defender a la patria como dijo alguna vez el Chengue. Es eso, una cuestión de estado, ellos o nosotros y al que no le guste que vaya a mirar al hijo del boniato jugar al golf.

Esta fue una selección uruguaya que no contagia, que no le dio a la gente que fue al estadio lo que fue a buscar. Vino Brasil y pegó, hizo tiempo, habló, y todavía después del partido fueron sus dirigentes a patearle la puerta del vestuario a los jueces. ¿Eso está mal? No, pero es lo que hacíamos nosotros antes! Por si fuera poco, un jugador brasilero denunció por “insultos racistas” al player Castro de Uruguay, quien le habría dicho “macaco”. Hoy el fútbol no es cómo antes, aquel viejo código que señalaba que “lo que pasa dentro de la cancha queda en la cancha” ya no tiene vigencia lamentablemente. En una señal esperanzadora, el acusado jugador les recomendó a los llorones “jugar más y dejarse de pavadas”. “No me gusta hablar de los jueces, pero a veces hay que decir alguna palabra porque no puede ser que los jugadores de Brasil hagan lo que quieran”, concluyó el punterito derecho oriental.

Para destacar en Uruguay el arquero sobrino del Vasco Aguirregaray y la presencia del motudo Lemos (que además tiene como primer nombre Paolo). Un capitán con demasiada cara de bueno, un técnico sin maldad y un 10 que parece hijo del Nacho González son algunas de las contras que nos impiden ser un equipo respetable. No pegamos, y Brasil se cansó de pegar. Reiteramos, parece que estamos jugando este campeonato en cualquier parte del orbe menos en nuestra casa. Lo único que falta que intenten sacar a un jugador uruguayo y culparlo de racismo, porque con estos dirigentes sin peso todo puede suceder.

QUE VUELVAN LAS SUB 20 CON JUGADORES CON HIJOS, QUE VUELVA SPILMAN Y EL CONSEJO ÚNICO JUVENIL, QUE VUELVA EL GORDO PÚA Y QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!!!