Joel Orozmán Burgueño está acostumbrado a pelearla siempre en el fútbol y en la vida. En sus comienzos, jugaba y hacía changas para vivir; fue pintor y tapicero. Hoy, cuando ya ha hecho unos cuantos goles en primera, y mientras espera una hija, sigue buscando un pase que le permita consolidarse. Joel es un jugador como los que construyeron la historia de este glorioso fútbol. Un obdulista que no se arrepiente de su pasado, de correrla siempre de atrás, peleándola, buscando el mango para sobrevivir y entrenando a veces mal sopeado.

De esos compatriotas, es de donde se forjó nuestra gloria. De los que aprendieron a usar el sufrimiento para luego poder disfrutar. Hoy vive el presente con la tranquilidad de cobrar todos los meses y con la mente puesta en el que considera su “último tiro” en el fútbol: meter un pase para consolidarse económicamente.

Este gladiador, con tal de mostrarse se bancó jugar seis meses sin cobrar y la luchó en equipos humildes a la espera de esa oportunidad. Siempre peleando contra los defensas, contra el descenso y contra los sueldos bajos; haciéndole goles a todos y a la vida. Hombre de barrio, sigue viviendo en Piedras Blancas. Tal vez en otras épocas, un técnico del combinado no habría dudado en darle la oportunidad de vestir la gloriosa malla color cielo a este luchador del área y de la vida, como en otros tiempos fueron los Peter Méndez, los Hugo Romeo Guerra, los William Gutiérrez. Seguro que como decía el Pulpa Etchamendi, estos son los que nunca te dejan tirado.

QUE VUELVAN LOS CITADOS DEL MEDIO LOCAL, QUE VUELVAN LOS JUGADORES HUMILDES Y ORGULLOSOS DE SU ORIGEN, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!