Cualquiera sabe lo que significa estar en Montevideo en verano. Aunque nuestra capital tiene playas, no siempre la gente vive cerca de las mismas, por eso hay que rebuscarse para escaparle un poco al calor. Pero, entendemos que todo tiene un límite, y hay determinados símbolos que merecen respeto eterno. Uno de ellos, el Estadio Centenario.

Por eso, ante la noticia de que un funcionario del Monumento al Fútbol Mundial pidió autorización para invitar a su familia a una comida en las instalaciones, y luego, debido al intenso calor resolvieron bañarse en la fosa que rodea a la cancha, no podemos quedarnos indiferentes.

Esta persona pidió prestada una parte del Estadio, que al parecer era el hall de funcionarios, pero se sintió libre de ingresar a la cancha y utilizar la fosa como piscina. Diga que está haciendo mucho calor, sino ya los veíamos jugando un picadito en el verde gramado que albergó tantas hazañas. Y no, no cualquier hijo de vecino puede hacer eso. Como no cualquiera puede vestir la blusa color cielo.

Nos parece estar viendo a los guerreros del Mundialito del 80, o a los de la Copa América del 95 bañándose en esa fosa que ya estaba mugrienta desde antes de nacer, pero en la que se sumergieron de cabeza como lo hicieron en la gloria deportiva. Esa es la imagen que queremos atesorar, no la de una familia que aprovechó lo desierto del Estadio para campar a sus anchas.

A los clubes grandes se les da por hacer y mejorar sus estadios, descuidando al Coloso de Cemento que mira impávido como una familia lo usa como centro de picnic. Abandonar de esta forma al Estadio más emblemático del fútbol, donde se consumó el primer título mundial, nos parece un despropósito. ¿Qué sigue, que se use para kermesses o para albergar la liguilla del Carnaval?

Y ojo, que no nos metemos con la voluntad de estos compatriotas de arriesgar su epidermis en las aguas donde supieron ir a parar varios remates furibundos. Al contrario, hay que escapar del calor como se pueda. El tema es que hayamos llegado a eso, dejando librado al abandono a nuestro máximo escenario deportivo, el que construyeron en tiempo récord aquellos ciudadanos para los que no había jornadas maratónicas o condiciones de seguridad que valieran. Ellos sabían que estaban dejando un legado al país, que días después 11 leones vestidos de celeste confirmarían con su consagración y vuelta olímpica.

¿Qué dirán ahora de nuestro glorioso escenario? Antes, para bañarse en su foso, había que ganar al menos un Mundialito o una Copa América. El lugar donde se lograron tantas cosas, donde se jugaron clásicos, liguillas, partidos de Copa y muchos partidos intrascendentes, no puede caer en el desuso. No solo se tiene que volver a jugar al fútbol, sino que bañarse en el foso del Estadio Centenario como si fuera una piscina privada ya parece mucho.

QUE VUELVA EL FÚTBOL AL ESTADIO, QUE VUELVAN LOS GRANDES AL ESTADIO, QUE VUELVAN LAS TARDES Y NOCHES DE GLORIA CON JUGADORES BAÑÁNDOSE EN EL FOSO, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!