Goleador, desordenado, guapo, metedor… ¿Puede este gladiador quedar afuera de una selección uruguaya? No seríamos capaces de dejar afuera a este inigualable ariete. Carlitos Bueno está en plena vigencia dentro y fuera de la cancha. Para que Suárez se venga definitivamente para el bando obdulista, le ponemos a este gran exponente como compañero de cuarto.
Comenzó su carrera siendo el “Hijo de Eber Bueno”, puntero que deslumbró a principios de la década del ’80 en Bella Vista. Pero enseguida, Carlitos mostró que tenía luz propia. Con la Celeste luciendo en el pecho, Bueno llegó a ser vicecampeón del sudamericano sub 20 en 1999. En ese equipo, relegaba al banco de suplentes a otro “hijo de”, en este caso el de Pablo Forlán. Más tarde disputó la Copa América 2004 donde el team oriental terminó tercero, y también jugó algunos partidos por las Eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica. Tan grande es Carlitos que hasta el propio quetedije reconoció sus virtudes y lo integró al “proceso”.
Pero seguramente desde adentro del plantel empezó la manija para que este obdulista de pura cepa quedara afuera del equipo, y Bueno no volvió a integrar el combinado. Los goles y la garra del Loco Bueno pasearon por Francia (de la época en que el PSG llevaba verdaderos delanteros charrúas y no metrosexuales de voz finita como ahora), Portugal, Argentina, España y México.
Anécdotas hay mil, compartimos una que se hizo conocida de su paso por Boca en Argentina. En su debut, faltando 25 minutos el DT se animó e hizo un cambio mandando a la cancha a Bueno a ver si podía sacudir la modorra. Y le salió bien. “Al minuto nomás, en un avance algo desordenado y corajudo del uruguayo, la pelota quedó boyando en el área y Boselli anotó el empate. Pero lo que pintaba como un arranque furioso no fue tal. O sí, si consideramos que en pro de hacer justicia con el tiempo que seguían haciendo los jujeños, a Bueno se le soltó la cadena y empezó a repartir. Primero fue una piña al arquero por no largar la pelota. Y luego, en el 2-2 final a los 98 minutos gracias al descuento de Baldassi, corrió al autor del gol y le metió un par de trompadas en la pelota que se llevaba escondida debajo de la camiseta. La garra charrúa en su máximo exponente”.
Así se reconoce en el mundo eso que algunos se empeñan en hacer desaparecer, la esencia del futbolista oriental. Y eso lo representa a la perfección Carlos Eber Bueno. QUE VUELVAN LOS DELANTEROS DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!