Este es el sentido y merecido homenaje a un obdulista que sigue dejando enseñanzas en el fútbol del interior, ya alejado de las canchas de primera división. Nos referimos al experimentado Carlos Germán Macchi, un todoterreno de los que ya no quedan, un baluarte del mediocampo que llegó a ponerse la Celeste en un sudamericano y un mundial sub 17. Lamentablemente, las excelsas condiciones de Macchi no fueron recompensadas luego con una convocatoria a la sub 20 y a la mayor, donde cremos que podría haber formado un extraordinario tándem con Pablo García.
Macchi es de esos players que han hecho del bajo perfil una filosofía de vida, y del batallar en el mediocampo un arte apreciado por los verdaderos charrúas.Este luchador sigue desplegando su talento en el fútbol del interior, concretamente en el club Campana de Libertad.
La historia de Macchi comienza en el baby fútbol, donde lo ficharon de golero. Era, según dicen, un buen guardameta, pero tenía un problema: no asimilaba los goles, se calentaba. Por eso, el joven Macchi le dijo un día a su entrenador, “déjeme correr”, quería ser jugador de cancha y se fue a otro club a probarse. Ahí también lo probaron de golero, pero después se empezó a desenvolver de polifuncional, jugaba en todos los puestos.
Luego vino una extensa carrera conocida por todos, con una actuación en la selección recordada por el propio Macchi como el tesoro más grande de su carrera. En las palabras del gladiador en una nota radial realizada hace un tiempo por la gente de “Al fondo que hay lugar” por radiopasillo.net , “mi pasaje por la seleccion sub 17 fue inolvidable, una cosa que uno en su momento no toma consciencia de la dimension”. Y muchos no tomaron consciencia tampoco de lo que hubiera significado un Macchi en la selección mayor, lujos inexplicables que nos damos vaya uno a saber por qué.
Con la Celeste en el pecho, un juvenil Carlos Germán vive un sudamericano inolvidable, en el que Uruguay le gana dos veces a brasil, y luego fuimos va a un mundial donde se marcaron las diferencias, nos tocó en la serie el campeón y el subcampeón, Ghana y España. “Contra los de Ghana la verdad que rebotaba” dijo Macchi, y no es para menos, físicos aún en formación contra padres de familia curtidos en horas de estiba y plantaciones, pero no es excusa, se perdió y punto.
La anécdota más recordada de nuestro homenajeado se da en ese sudamericano en el partido contra Bolivia. En ese partido, Macchi le pega una patada criminal a un bolita, y el árbitro de la contienda le saca amarilla mientras lo mira con una cara de “¿era necesario?”. Según lo cuenta él mismo, “era titular, ibamos 4 a 0 a los 10 minutos, en eso se me va una pelota larga, tranco a uno, tranco a otro, y el tercero me queda larga y digo ‘vos también’. Lo levanté en peso, vehemente fui a la pelota y caímos todos revolcados. El juez me dice ‘8, no da para nada este partido’, le digo ‘no me saques amarilla’, me saca amarilla miro para el banco y digo ‘que hijo de puta’, despues ganamos como 10 a 0”.
Y como todos los que apreciamos el valor de un Carlos Macchi, pensamos en sus patadas pegadas siempre con una causa. Un 5 siempre tiene que hacerse respetar, y marcar la cancha desde el minuto uno. Y justamente eso es lo que le consultaron a nuestro protagonista en la citada nota radial, alguna patada que recordara haber dado que ameritara pensar “pah, pobre loco la que le tiré”. Y el gran ruso Macchi remonta su recuerdo hasta un partido en inferiores que marcó el fin de la carrera de un muchacho que hasta el día de hoy debe tener las marcas del rigor de este obdulista.
Qué mejor que la voz de Macchi para contar la historia? “un partido en inferiores, me acuerdo hasta el dia de hoy como una foto. el puntero de Wanderers arranca, medio como que me la muestra a la pelota, hace un enganche para un lado, caño, una pisada, hace otro enganche pal otro lado, caño. Tomé carrera y pumba, ‘andá a dormir’ me hizo dos caños y a la tercera vez que me encaró dije ‘a dormir’, lo bajé y me fui solito antes de que me sacaran la roja. Encima que había entrado de suplente me habia hecho calentar”. ¿Quien era el jugador?, le preguntaron. “No se, no me acuerdo el nombre pero no llegó a primera!”. El fútbol es así, prevalecen los más fuertes, seguramente este botija era un blandito precursor del metrosexualismo bocatorcidista que se fue llorando para la casa. Mientras tanto, el guerrero Carlos Germán Macchi sigue batallando en los campos de juego.
Salú ruso, gracias por tanto y perdón por tan poco. Que vuelvan los rústicos de antes, que vuelva la Celeste de antes!