Como no tenemos reparos en decir las cosas como son, hoy podemos decir que el cierre de la participación de la sub 20 en el mundial tuvo algunos de los ingredientes que exigimos a una selección uruguaya, y más en un partido ante Brasil. Podrá decirse, y con razón, que no se llegó a hacer la gran Colacho Ramírez cuando los brazucas se pusieron bobos, pero justo es decir que los botijas celestes no se dejaron pasar por arriba y dentro de sus posibilidades no nos hicieron sentir vergüenza de que nos representaran. Eso ya es bastante.

Esta celeste sub 20 tuvo algunos ingredientes de las de antes, como por ejemplo su clasificación por sorteo, y contra Brasil jugó horrible y casi gana pero perdió por penales. Esas son algunas de las cosas que el uruguayo promedio espera y pide de sus jugadores. Después tuvo otras conductas deplorables, como el intento de copiar una tradición de otro país, o los peinados raros y alejados del ideal obdulista. Sólo falto la generala al final pero sabemos que todo no se puede. Quizás se esté volviendo de a poco a las fuentes, terminando con las épocas de fer plei y buena conducta del proceso. Si el centro a la olla y la metida de pechera van acompañadas de gesto adusto, pierna firme y poca expresividad, entonces se estará por el camino correcto.

Volviendo al match ante Brasil realmente fue una lástima porque los botijas hasta se animaron a meter alguna una patadita subida de tono. Los penales son una loteria. Preferimos quedarnos con la caudillada que realizó el player Lemos, quién en una gran actitud propia de un charrúa de ley le metió un planchazo como se debe al mejor jugador de Brasil, que nos estaba complicando el partido. El resultado de la acción fue el brasilero llorando y para afuera de la cancha no pudiendo regresar debido al dolor y el susto.

También hizo que valiera la pena madrugar o seguir de largo el saludable final del primer tiempo, cuando ante el intento de los brazucas de babosear como siempre, los nuestros los fueron a buscar para acomodarles la carrocería como debe ser. Seguro que ahí mas de uno exclamó “Uruguay nomá” frente al televisor. Volvió el entrevero en el tunel, ahora que vuelva la celeste de antes!!!

Algunas reflexiones: Pensar que antes los juveniles eran los que mejor jugaban al futbol, y después los agarraba Paco y ya llegaban a la selección mayor en decadencia física. Ahora, que pasa con estos botijas que tienen notorias dificultades futbolísticas? Queda planteada esa incertidumbre el el futuro de nuestro fútbol. Otra cosa muy destacable fue el botija Poyet, al que le dedicaremos un merecido artículo aparte. Y mientras todos los botijas que ingresaron pusieron ganas y esfuerzo, hubo uno que pide a gritos una trasfusión de sangre Charrúa. Aunque muchos se enojen, en Pereiro el proceso encontró un digno continuador de la obra de Gastón Ramírez y Livianico Lodeiro, al lado de Pereiro, el Chino es el Peta Ubiña.