En el año 2004, la Celeste tuvo un cambio de entrenador a mitad de camino en las eliminatorias, se iba Carrasco y llegaba Fossati. Con el nuevo DT, volvían al equipo hombres que nunca debieron haber sido dejados de lado, verdaderos líderes del equipo de Corea-Japón 2002 de los que no se podía prescindir: Richard Morales y Paolo Montero.
Con la vuelta de estos pesos pesados, los periodistas decían que se respiraba otro clima en la interna de la selección. El 16 de junio de 2004, la prensa se hizo eco de esta situación en la que los prohombres tomaron las riendas de la interna, frente a un muchacho como Recoba que era bastante resistido por sus propios compañeros.
Uruguay venía de ser goleado por Colombia, un hecho que marcó un antes y un después en las eliminatorias hacia Alemania 2006. Ese balde de agua fría trajo cambios a todo nivel, directriz y en la interna del plantel celeste.
Crónicas de la época se referían a la convivencia y al relacionamiento interno de los jugadores, y se decía algo que era ya sabido por la gente: una amplia mayoría del plantel seleccionado no quería a Recoba como capitán, y menos aún lo identificaban como líder. Para sumar en cuanto al clima que se vivía, el DT Jorge Fossati manifestaba en la conferencia de prensa luego del partido con Colombia: “No se puede inventar un líder si no lo hay”.
La prensa ventiló que solamente un jugador de aquel plantel se identificaba con la personalidad de Recoba y el futbolista era Antonio Pacheco. Los demás, si bien no lo rechazaban abiertamente, no lo tomaban como el capitán del equipo. Ya todos sabemos quien era el verdadero capitán, Ronald Paolo Montero.
Con la nueva etapa que empezaba, el aire del equipo cambiaba con la vuelta al equipo de Richard Morales y Paolo Montero, quienes naturalmente y sin resistencia de sus compañeros tomaron para sí el liderazgo del grupo que iba a disputar la Copa América en Perú.
Una nota periodística de la época destacaba que bajo el liderazgo de los dos próceres, los entrenamientos empezaron a ser más exigentes, se volvió a hablar de fútbol en la concentración y otros temas secundarios y frívolos como autos, relojes y ropa quedaron de lado. Nótese que ambos prohombres cortaron de raíz todo brote de metrosexualismo que afloraba en el plantel celeste, presagio de lo que vendría más adelante.
Una fuente calificada destacaba que Paolo y el Chengue estaban decididos a cambiar el rumbo de la selección, y que el Flaco Fossati tenía ante sí una decisión compleja para el partido con Ecuador, porque era sabido por todo el país que Montero y Recoba no tenían “feeling”, algo que habían demostrado en varias oportunidades. Por más que se hubiera dicho que habían limado asperezas, el brazalete de capitán es uno sólo y todos sabemos a quien correspondía.
QUE VUELVAN LOS LÍDERES DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!