Alto, veloz en el pique, gran cabeceador, con habilidad y poseedor de un buen disparo de media y larga distancia; Alberto Pedro Spencer fue el “Crack de dos banderas” que llegó tímidamente a tierras uruguayas ante la desconfianza de propios y extraños sobre el posible triunfo de un ecuatoriano en nuestro fútbol, incluso habiendo destacado en la Copa América de 1959 disputada en Ecuador. El tiempo y los muchos goles que convirtió (cuatro veces máximo goleador del Campeonato Uruguayo, máximo artillero en la historia de la Libertadores con 54 tantos y segundo de la Intercontinental con 6, solo superado por Pelé con 7) demostraron que aquel jugador se iba a convertir en uno de los jugadores más extraordinarios del fútbol sudamericano y en uno los pocos que jugaron para dos selecciones.
Uruguay fue su segunda casa, en la que descolló tanto que las autoridades de nuestro país le insistieron en varias ocasiones para que se hiciera ciudadano, a fin de poder representar a la Selección (incluso para integrar el combinado que participó en el Mundial de Inglaterra en 1966). Nunca se había visto a un jugador de esa velocidad en nuestras tierras – nuestros players eran más bien lentones-, por lo que Spencer nos hubiera venido bárbaro (además, iba para adelante, como se necesitaba para ser parte de una selección uruguaya). Sin embargo y pese a su gran cariño por Uruguay, desistió de tal pedido y continuó manteniendo la ciudadanía ecuatoriana, para no ofender a su patria. Lamentablemente, este ciudadano de dos patrias e ídolo de dos naciones nunca llegó a jugar un Mundial de Fútbol. Se dice incluso que, por su apellido de origen británico, estuvo a punto de ser convocado para reforzar a la selección inglesa en el Mundial de 1966.
Pero, dado que la legislación de la época era más flexible que la actual (¡que vuelva la legislación de antes!), la fama y la calidad que Alberto Spencer mostraba en el fútbol de nuestro país no quedaron del todo fuera de la Celeste. Fue así que en seis ocasiones defendió al combinado oriental, aunque solamente en cotejos amistosos. Fue el único jugador extranjero que integró la selección uruguaya en una gira europea, convirtiendo un gol inolvidable en Inglaterra, lo más recordado de su gestión con la camiseta del tetracampeón mundial. Aquel 6 de mayo de 1964 en Wembley, Uruguay perdió por 2-1, pero el gol de Spencer fue el primer gol de la historia de la Selección uruguaya en las Islas Británicas. Además, el apodado “Cabeza Mágica” defendió al seleccionado uruguayo ante Checoslovaquia en Montevideo, el 19 de junio de 1962, y posteriormente enfrentó a Austria (2-0) y a la Unión Soviética (0-1), para cerrar su participación con la celeste en dos encuentros ante Perú, en Lima en 1967.
Además de su innegable talento futbolístico, Spencer es recordado por su enorme calidad humana y por siempre haber sido un ejemplo de caballero dentro y fuera de la cancha. Será siempre una incógnita hasta donde habría llegado su fama de haber defendido a Uruguay en competencias oficiales, porque si había un extranjero que merecía vestir la casaca del combinado nacional, ese era este ecuatoriano al que un periodista inglés definió como el único que podía discutirle a Pelé el privilegio de ser considerado el mejor jugador del mundo.
El histórico partido en Wembley, en el que el crack ecuatoriano convirtió con la Celeste en el pecho. Salú Spencer, ¡QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!