Esto es algo que tendríamos que haber hecho desde el principio, porque siempre lo pensamos y estamos seguros que ustedes también. Octavio Darío Rodríguez debía ser exaltado y elevado a la categoría de prohombre, al mismo nivel de sus camaradas García, Montero, Morales y O’ Neill.
Un hombre que es acompañado por el Dios de Ébano al vestuario de Senegal (porque la idea fue suya), que hace goles importantes y se gana el respeto del mundo entero, es un prohombre. La definición de esta palabra tan importante para nosotros, dice así: “Hombre ilustre que es respetado por sus cualidades y disfruta de especial consideración entre los de su clase o profesión”.
Obdulista de short por encima del ombligo, exponente respetado y muchas veces temido dentro de la cancha, querido por compañeros y rivales fuera de ella, fiel cultor de una forma de vivir el fútbol bien uruguaya (aquella de las mañas, los códigos y los dientes apretados), hoy muchos daríamos lo que fuera por tener un lateral izquierdo así.
Si usted fue líder del plantel en Corea Japón 2002, ya es una persona digna de respeto y consideración. Darío, además de potencia, fuerza física y pundonor, fue un referente del plantel más recordado de todos los tiempos. Por eso hoy, en el día de su 42 cumpleaños, Darío es oficialmente un prohombre de la Celeste de antes. Próximamente, estará como corresponde en el sitial de privilegio de nuestra página.