El “Chango” Pintos Saldanha es recordado por integrar equipos ganadores en una buena época del fútbol uruguayo. Lateral que se desempeñaba por ambas bandas, jugó 401 partidos con la camiseta de Nacional a lo largo de 10 temporadas. Fue campeón de América y del mundo, y además fue campeón de América con la Celeste en 1987. El Chango tuvo el honor de ser mundialista, y participar en una partido en Italia ’90 frente al local en octavos de final. Aguerrido, fuerte, metedor y muy regular, fue distinguido como integrante del equipo ideal de América en 1988.
Además de sus virtudes futbolísticas, el Chango es recordado por dos cosas: sus poco agraciadas facciones (feo como pisar mierda descalzo, por algo le decían “el triple feo”) y sus anécdotas inolvidables, siempre con salidas graciosas que lo hacían único. Nacido en Artigas, José Luis Pintos Saldanha es un personaje recordado con cariño por propios y extraños, un tipo querible y entrañable.
En la cancha, el Chango era un guerrero que debutó en primera con 17 años, y luego de diez años en Nacional comenzó a tener un declive en su carrera. Pasó por Progreso, Frontera de Rivera y su escasa formación lo hizo tocar fondo en lo económico. No tuvo chances de solucionar su vida económica con el fútbol, ya que más allá de sus presencias en la selección no tuvo su pase al exterior. Su última temporada como profesional la jugó en 1995 en Progreso.
Gracias a un dirigente consiguió un empleo público, y en Montevideo era habitué del Bar Los Yuyos, donde le gustaba decir que era muy parecido al Chango, pero que no era él. Cuentan que si alguien quería hablar con él, sólo tenía que ir hasta los Yuyos e invitarlo a una copa para que el popular Pintos Saldanha se soltara a contar anécdotas de su época dorada
Posteriormente se fue a probar suerte a Estados Unidos. En el país del norte se revolvió como pintor, pizzero y lo que fuera. También se dijo que había estado trabajando en una fábrica de pasta de dientes. El pintoresco Chango es uno de tantos casos de jugadores que han alcanzado la gloria deportiva pero que una vez terminada su carrera no han podido consolidarse económicamente. Pese a las vueltas de la vida, nunca cambió su singular modo de ver la vida y dijo una vez en una nota: “Pensar que Masnik me decía que pintaba lindo… ¡terrible pintor salí!”.
Tal vez su anécdota más recordada data de 1992. Tras un partido, sale con un tirón en los aductores. Al ser abordado por Américo Signorelli en la puerta del túnel, el Chango regaló una de las respuestas más recordadas de la historia del fútbol uruguayo: Signorelli le pregunta al aire “Chango, ¿qué te pasó? ¿Desgarro de aductores?”, a lo que Pintos Saldanha responde con desparpajo: “No sé, tuve un tironcito en un huevo nomás, me toco y tengo uno sólo, no sé que pasó”.
Una de las amistades que cosechó en su carrera fue el Mago Fabián O’Neill, que lo recordó de la siguiente manera:“Con el Chango salíamos, pero quedate tranquilo, que adentro de la cancha te ibamos a defender. Si aquel tenía que tirar a un puntero para afuera de la cancha, lo iba a tirar igual, no había historia con ese monstruo. La amistad con el Chango la hicimos saliendo.” Todo dicho no?