Hubo una pelea que no pudo ser, pero que de haber sido hubiera alcanzado proporciones épicas. Cuando se enfrentan dos verdaderos obdulistas, dos gladiadores de estirpe, es como un choque de trenes. Eso hubiera pasado si aquel día del año 2002, Richard Javier Morales y Marcelo Fabián Sosa llegaban a las manos.

Nuestro país es único, por cosas como esta. Un país en el que si la hinchada rival insulta a los jugadores, estos haciendo gala de la picardía charrúa pueden hacer algún gesto para “hacerlos entrar”. Y en este país tan especial en el que tuvimos la suerte de nacer, sólo dos locos se animaron a pelearse mano a mano con el prohombre de ébano Richard Chengue Morales. Uno fue el gladiador Julio César Ribas, con quien luego entabló una relación de amistad y lo terminó pidiendo para Fénix, y el otro fue el popular Pato Sosa, en una lluviosa tarde en Jardines del Hipódromo.

Ese día, el Chengue estuvo a punto de agarrarse a las piñas con el Pato durante el partido que Danubio le ganó por 3 a 1 a Nacional en Jardines. El “5” danubiano que no es menos guapo que el “Chengue”, quedó con la sangre en el ojo y al terminar el match salió corriendo para agarrarlo en el túnel, a lo que el gran Jorge Fossati intentando detenerlo resbaló y cayó sentado, embarrando todo su traje.

El final del partido fue muy caliente, porque el Chengue y el Pato intentaron tomarse a golpes de puño apenas terminó el partido, y solo la intervención de sus compañeros evitó el incidente. Nuestros dos exponentes de los Viejos Valores quisieron concretar luego su pelea en la calle afuera del estadio, pero tampoco los dejaron.Luego de ese momento, seguramente se cruzaron mil veces en la calle o en la noche, y defendiendo a la Celeste, y se habrán tomado algún vino como obdulistas de ley.

Pero como los uruguayos somos así, al final estos dos próceres se sacaron las ganas y se terminaron peleando pero juntos, espalda con espalda, los dos vestidos de Celeste y contra todos los blanditos de la “Vino Tinto” en el recordado partido en el que tembló la manga y cobraron todos. Es que la Celeste tiene eso, une a los jugadores que están cortados con la misma tijera.

Años después, el Pato diría: “Pero vos sabés que aquello quedó ahí y no pasó nada”. “Después, y hasta el día de hoy, somos grandes amigos con el Chengue, y hemos vivido muchas cosas juntos. Él es un señor dentro y fuera de la cancha”. Eso es reconocimiento obdulista señores, y si hubieran llegado a cagarse a trompadas, también habrían sido amigos luego, y se habrían mancomunado para defender a la Celeste contra el que se viniera. Lo único que nos quedó en el debe es esa pelea, que no pudo darse.

QUE VUELVAN LOS CÓDIGOS DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!