Aparentemente, el hijo de Pablo Forlán no fue a Japón a jugar al fútbol, sino a pasear y a aprender sobre una nueva cultura. En sus ratos libres, al polifacético individuo le gusta cocinar tortas marmoladas y otras especialidades alejadas del perro a la parrilla que cocinó el Mono Pereira o de alguna comida de olla bien grasosa que cocinaría un obdulista de pura cepa.
Ahora, mientras el Cerezo pelea el descenso, el señorito aprende a hacer sushi. Luego de haberse puesto un kimono y preocupado por aprender el idioma (algo que nuestros prohombres nunca hicieron en los lugares donde estuvieron), ahora el golfista y tenista se especializa en esa comida de japoneses que Obdulio jamás habría degustado.
“Además de jugar al fútbol y hacer goles, en sus ratos libres a Diego Forlán le gusta cocinar, tal como ha contado en entrevistas en las que se lo ha visto en esa tarea.”, dicen todavía en los medios uruguayos que amparan estas costumbres dudosas. ¿juega al fútbol? ¿hace goles?.
Se lo puede ver a este deshonroso elemento en fotos con un japonesito cocinando y degustando el menjunje ese. ¿Qué sigue, hijo de Pablo Forlán, un libro de cocina paso a paso? ¿Un programa en el canal gurmé?
Consulado uruguayo en japón, haga algo, retirele el pasaporte oriental a este señor! Perdón Pedro Catalino Pedrucci, con todo lo que costó hacer conocer a uruguay en esas lejanas tierras. Perdón Boniato, pero no tendría que haberlo mandado a esos colegios que le metieron ideas raras en la cabeza!
Que vuelvan los jugadores de gusto simple y costumbres uruguayas, que vuelva la celeste de antes!