El hijo de Pablo Forlán no nos da tregua, y después saldrá alguno a decirnos que estamos ensañados con él. Pero lo que sucede es que el hombre parece empecinado en salir en esta página, con cada nueva noticia que nos llega sobre su vida particular.

Luego de la despedida de soltero sólo con hombres y jugando al golf a pleno día, vinieron los botines atigrados, la torta marmolada, y ahora resulta que el ex mundialista del 2002 es un gran aficionado a la cocina. Si señor, cocina!

¿Qué tiene para decir el obdulismo sobre este acto tan alejado de las costumbres de un guerrero oriental? ¿Acaso Pablo lo llevaba a los asados con los viejos prohombres para esto? Parece que fue en vano el tiempo compartido con los gladiadores de Corea-Japón, donde además de prender la computadora, el joven Forlán vaya uno a saber que otra tarea del hogar haría.

Además de abrir las puertas de su morada nipona, el hijo de Pablo sale a mostrar su gusto por esta tarea que toda la vida desempeñaron las patronas. Entre té verde, sushi y clases de japonés, resulta que la cocina suele ser uno de los pasatiempos preferidos del nuevo matrimonio Forlán.

“Me gusta cocinar y mi especialidad es la tarta de atún. También hago fainá, que me enseñó Minguta (equipier de la selección)”, reconoció el delantero. Un obdulista jamás debería cocinar, en cambio tiene que llegar de la práctica y tener la comida pronta, y en caso de que no esté pronta trabajarse un caliente y a) pegar un portazo e irse a comer al boliche de la esquina, b) irse a dormir aunque esté cagado de hambre.

Nada de que el hombre tenga que andar cocinando! A lo sumo un guisolfo bien cargado bajándose un litro de tinto suelto, pero esto en una comida con los muchachos, y ante el caso extremo de que no haya ninguna patrona en la vuelta, o en su defecto un asado el domingo para la familia, también con un litro de tinto suelto bien guerrero.

Anótese bien esto: un obdulista no anda incursionando en el pato a la naranja ni en la tarta de atún, ni en la torta marmolada para llevarle a los compañeritos en el complejo. Por suerte, los libros de historia no dan cuenta de que el Mariscal u Obdulio se calzaran el delantal y se mandaran algún plato exótico. ¿Qué es lo que sigue, hijo japonés de Pablo Forlán, qué es lo que sigue?

QUE VUELVA EL OBDULISTA QUE VOLVÍA DE PRACTICAR, TIRABA LA ROPA SUCIA AL PISO Y SE SENTABA A COMER, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!