A diferencia de lo sucedido en el caso del hijo japonés de Pablo Forlán, en la familia Montero hubo una saludable continuidad en lo demostrado en el terreno de juego. Cuando todos preguntan de dónde venían los huevos de Paolo, basta con recordarles quién fue su padre. Julio Montero Castillo disputó 43 partidos con la celeste, convirtiendo un gol. Participó en la Copa del Mundo de 1970 en México donde la selección obtuvo el cuarto puesto y en el Mundial de Alemania 1974, eliminados en primera fase. Además logró la Copa América de 1967. Fue uno de los centrocampistas más recordados de Uruguay por su temperamento y su juego fuerte, catalogado por muchos como sucio pero con el que se hizo respetar en todos lados.
Le decían “El mudo”, porque cuando era chico no hablaba, era muy callado. Desde sus comienzos, y hasta hoy, siempre habló de manera recia igual que como se movía adentro de la cancha. Para muchos jóvenes, el ex volante de Nacional y la selección uruguaya pasó desapercibido, que lo conocen por ser “el padre de Paolo”, uno de los últimos ídolos del fútbol uruguayo. Pero compañero obdulista, si usted le pregunta a su padre o a su abuelo por Montero Castillo, indefectiblemente van a recordar con nostalgia lo que era tener un gladiador de esas características. Seguramente se sorprenda cuando sus mayores le digan que pegaba incluso más que el gran Ronald.
Para el Mudo, con la humildad de los grandes, esa situación de que su hijo haya sido más famoso que él lo llena de orgullo, y ha dicho en todos lados “porque mi hijo es un ser humano muy bueno, un buen amigo y un buen hijo”.
“Tuve la suerte de tener un hijo que fue un buen jugador y eso me enorgullece mucho. Te digo una cosa: no disfruté tanto lo mío como lo de mi hijo. Yo sabía lo que tenía que hacer, pero con lo de mi hijo he sufrido y gozado demasiado. Fui muy feliz en los años que jugó”. (Pablo Forlán va a decir lo mismo que el Mudo, pero estamos seguros de que íntimamente y cuando se apagan las cámaras esto no es tan así).
Mil veces le han preguntado a Montero Castillo si Paolo fue mejor jugador que él, y las mil veces dió la misma respuesta. “Pienso que tiene cosas mejores que yo. Es metedor y ganador como yo, pero yo golpeaba un poquito más. Además, juega en distinta posición. Él es más rápido, manda bien, ubica a los compañeros, le pega perfecto a la pelota”.
Y ahí cuando uno escucha el “Yo golpeaba un poquito más” del Mudo, no puede evitar pensar en lo que fueron aquellos tiempos, en un fútbol de hombres en el que se dejaba pegar porque hasta los jueces tenían los Viejos Valores a flor de piel.
Este hombre que alguna vez dijo: “Adentro de la cancha, mi vieja se pone una camiseta y le pego también” , no podía haber traído a este mundo a otro guerrero que no fuera el gran Paolo. GRACIAS MUDO POR DARNOS TODO DENTRO DE LA CANCHA, Y POR HABERNOS DADO A TU SUCESOR EL GRAN RONALD PAOLO! QUE VUELVAN LOS ASESINOS DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!