Si a uno le dicen que el combinado alcanzó la instancia de Cuartos de Final del campeonato ganando sin conformar y abriendo el camino con un gol en contra, elementos todos que deberían conformar al verdadero hincha celeste, estaría tranquilo. Pero no se deje engañar, porque hay formas y formas de hacer las cosas y no es lo mismo aserrín que pan rallado. Uruguay toqueteó incansablemente la pelota como no queriendo agredir al team boliviano, sin atinar a ir hacia adelante y cuando lo hizo, casi sin querer, malogró las chances. Por el camino, no cosechó amarillas, no hizo pesar la pierna fuerte ni avasalló al rival desde lo estrictamente anímico.
Porque si usted ve a un equipo que directamente sufre para ganarle a un rival inferior, percibe en sus players la frustración corriendo en forma de sudor por la frente y los dientes apretados que hacen ruido en un estadio sin público, vaya y pase. Puede ocurrir, y no está mal. Lo que está mal, es que usted disponga a dos habilidosos juntos y estos no hagan nada que justifique su inclusión ni tampoco hagan otra cosa porque no saben, gane la posesión con pases entre los backs y los del medio y sus foguar le erren al arco una vez sí y otra también. Porque hay algo que hay que entender: los goles deben hacerse si se llegan a dar las ocasiones, no está mal golear si llega como consecuencia de que el rival no calza los puntos.
Si este partido se hubiese ganado de esta forma con un once integrado por esforzados muchachos del medio local que hubieran propuesto un fútbol verticalmente feo, amén de llevar la alegría a la concentración, sería otro el cantar y uno hasta se podría sentir orgulloso. Si las cosas no se dan, que sea por carencias propias y no porque los volantes del Real Madrid, el Inter o la Juventus no demuestran ser más que los del Bolívar, el Jorge Wilstermann o el The Strongest. El jugador ignoto con ganas de llevarse el mundo por delante no le erra goles con el arco libre, no le termina el partido sin al menos haber trancado fuerte, ni le completa los 90 minutos dando la sensación de que ni siquiera entró en calor.
Hay partidos ganados con sufrimiento que terminan con algún rival golpeado o algún jugador suyo con amarilla, tal vez algún expulsado. Hay partidos en los que el arquero rival es figura y no pasa nada, pero lo visto hoy fue puro pamento y muy liviano. Veintiuna veces remataron nuestros hombres, la mitad fuera de los tres palos. Decidámonos, o se juega feo y no se llega; o se concreta y se golea. No es tan difícil de entender. Ahora se viene Paraguay, y contra ellos tienen que entrar en juego algunos factores que está por verse si el combinado tiene.