Venimos perdiendo identidad a pasos agigantados, porque la verdad es preferible que hagan calendarios o se vistan “a la europea”, a que jueguen así. Demasiada posesión de pelota, una cosa insultante. Demasiado pase seguido, cuando bien sabemos que el jugador uruguayo siempre se desenvolvió bien en las pelotas divididas. ¿Qué hacemos si no hay divididas? ¿Dónde está el fútbol de esperar y contragolpear? ¿dónde está ese mediocampo con pocas condiciones técnicas pero más corazón que nadie, con obreros que robaban 10 pelotas y perdían 11?

Las características de casi toda la vida, las estamos perdiendo. Y este partido ante Checoeslovaquia fue una nueva muestra de que seguimos insistiendo con dejar atrás nuestra identidad futbolística. ¡Si hasta un gol de acrobacia hicimos! No hubo entredichos, pelotas que se ganaran con los dientes apretados, pases en profundidad para que el punta de turno se debatiera en inferioridad numérica. Se terminó el partido sin amarillas, todo en contra de lo que debe ser… estamos corriendo el riesgo de que los rivales ya no nos asocien con Uruguay, y eso es mucho más grave de lo que piensan los que se obnubilan con este proceso de desnaturalización al que estamos siendo sometidos.

Pero por suerte, siempre aparece una luz de esperanza. Hubo que esperar hasta a los 85 minutos de un partido amistoso que se va ganando 2-0, para que Maximiliano Gómez revoleara los codos como debe hacer siempre un centrofóbal, impactando contra la nariz del rival que comienza a emanar sangre. Recordar: un 9 siempre debe ser incómodo, siempre debe saber manejar los codos y las manos, debe ser más sucio que el defensa más rústico. Es parte de una identidad que algunos se han encargado de barrer para abajo de la alfombra

Hoy, gracias a este botija, los medios internacionales parecen haberse dado cuenta de que los de celeste eran Uruguay. “Gómez, 12 minutos y una nariz rota”, rezan los titulares de prensa. La nariz del rival, sanará. El respeto perdido, puede ser difícil de recuperar. Por eso, el player Gómez es la nota alta de este partido en el que algunos preferirán quedarse con el juego atildado o con la disciplina. En el accionar del ariete de físico grueso, se hizo notar el recordatorio de que no todo está perdido.

Para el final, cabe preguntarse algo. ¿Vale la pena ganar si no se gana a lo Uruguay? Las dos líneas de 4 con los laterales clavados en su posición, el mediocampo combativo y voluntarioso, el derroche de sudor desplegado sobre el campo de juego, ¿no sirven más? Siempre decimos que importa mucho más el cómo que el qué.

No lo perdamos de vista, para seguir planteando bien alto y bien fuerte que cada vez somos más los que queremos que vuelva la celeste de antes y que siempre aparece alguien que le recuerda al mundo que no queremos perder la identidad.