En el año 2006, se logró un hito en el fútbol uruguayo, eclipsado por logros posteriores del “proceso” como el cuarto puesto de Sudáfrica o la Copa América de 2011. En 2006, el humilde Juventud de las Piedras fue CAMPEÓN DEL MUNDO, de la mano de un gran DT, el Gladiador Julio César Ribas.
El histórico y prestigioso torneo juvenil de Viareggio, Italia, vio coronarse a los dirigidos por Julio en base a tres cosas, según las palabras del entrenador: “Gané el Mundial Sub 20 de Viareggio con tres cosas: Organización, planificación y metodología de trabajo”. Clarito Julio César, un diferente, un grande. De esa manera, Juventud de las Piedras logró una nueva hazaña para el fútbol uruguayo al derrotar a Juventus de Italia por 1-0 y consagrarse Campeón del Mundo de la mano de un multicampeón como JULIO CESAR RIBAS.
De acuerdo a su filosofía, esa que tanto defendemos desde este espacio, “SALIR SEGUNDOS ERA COMO SER ÚLTIMOS”. “Lo soñamos, lo quisimos, desde el primer momento soñábamos con esto, a tal punto que ser segundos, para nosotros significaba ser últimos”.
El 27 de febrero era la fecha pactada para la final, donde ya había clasificado la Juventus resignando apenas dos puntos y, con futuras estrellas como Marchisio y Govinco, amenazando con golear a Juventud. Los 11 “gladiadores” que Julio mandó al coliseo en aquella histórica final fueron: Salgueiro; Villoldo; Peula; Britos; Asis; Ibarguen (17′st Rodriguez H.); Dutra; Malchado; Mora (48′st Fogst); Rodriguez A. (38′st Barreto); Ribas.
Los dirigidos por Julio sumaron así un nuevo título logrando el triunfo por 1-0 con gol de Sebastián Ribas (hijo del entrenador) y lograron un triunfo de vital importancia a nivel juvenil. Ribas festejó el gol de la final por partida doble, como técnico y como padre, pero subrayó que tenía “26 hijos, que son los jugadores, así que estoy orgulloso de tener 26 hijos campeones del mundo”.
Además del título de Campeón del Mundo, la institución de Las Piedras se llevó otros diez trofeos que había en disputa. El valor del título se ve resaltado a su vez por el siguiente dato: en las 57 ediciones anteriores nunca un equipo de Sudamérica se había consagrado campeón. A esto se agrega que en la final se enfrentó a los juveniles de Juventus de Turín, equipo que se había quedado con las últimas tres ediciones del certamen.
Este fue un logro histórico y de vital importancia para un fútbol carente de logros importantes a nivel internacional en los últimos años y que ni siquiera había estado presente en el Mundial de Alemania 2006 a nivel de mayores. Los botijas de Juventud fueron dejando de a uno a los rivales por el camino y dieron frente a Juventus el puntillazo final para una coronación que seguramente será recordada por años. Julio decía sobre sus dirigidos: “muchos pensaban que no íbamos a tener posibilidades, pero este equipo desconocido de Uruguay terminó siendo campeón; son esas cosas son maravillas que quedan por el resto de la vida”.
Al final del torneo, se decía que Julio Ribas estaba llamado a “hazañas”, y que nuevamente su nombre surgía entre los técnicos más codiciados. Lamentablemente, nunca se le dio la chance de dirigir a la Celeste!
Según Ribas este título debía “marcar un hito” para nuestro país, al tiempo que indicaba que “si hay un equipo como Juventud que fue campeón ganándole a los mejores de Europa, capaz que algún jugador también podamos aportar para la Selección uruguaya. El paìs nuestro es maravilloso y se pueden lograr cosas importantes, hoy volvió a quedar demostrado”.
La historia quiso que once botijas uruguayos atentaran contra toda lógica o pronóstico y se llevaran triunfo y copa a su país. Los copetudos italianos no podían creer que unos desconocidos les robaran la gloria ya asegurada antes de salir a la cancha. Juventus, tricampeón de Viareggio, tropezó ante el menos esperado. El viejo Juventud de Las Piedras era campeón del mundo de la mano de un estratega de lujo, de un filósofo de la vida, de un gladiador.
SALÚ JULIO, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!