Allá por 1991, luego de que las autoridades de la AUF del momento resolvieran poner fin al primer “proceso”, llegaba Luis Cubilla a calzarse el buzo de DT del combinado. El ejecutivo presidido por Hugo Batalla entendía que el clamor popular era fuerte y había que hacerle caso, por lo que tomó la determinación de poner al frente de la selección a uno de esos hombres que abundan en la historia de nuestro fútbol, de los que se las saben todas. Pero tal vez, Cubilla cometió un único error en su vida: pelearse con Paco.
El DT cortó de raíz con cualquier intento de divismo del plantel, y pateó el tablero conformando una selección con hambre, de obreros del medio local. Entre ellos, Peter Ramiro Méndez, nacido en Cerro Largo en 1964 como destacado. Peter había sido un esforzado y no muy notorio centrofóbal de Liverpúl y Defensor, que acudió al llamado de la patria y del Negro Cubilla (que más o menos eran lo mismo) cuando los jugadores más importantes estaban pensando en otra cosa y no venían por la pelea entre Dios Paco y el recio Cubilla. El periodismo deportivo de aquella época tomó como insignia a Peter Méndez, al que le dedicó notas en prensa, radio y televisión. Se decía que había sido policía en su tierra natal, y esto le otorgaba una cuota de misterio que lo tornó en uno de los favoritos de la gente.
Sin Sosa, Francescoli o Fonseca, el camino se abría para este laburante del área que así pudo tener su cuarto de hora en una recordada Celeste. Porque siempre dijimos que el pundonor y el reconocimiento del pueblo están más allá de los eventuales resultados, y la gente reconoció eso. Que tenían dificultades técnicas, se pasaba por alto. Peter defendió esa oportunidad con uñas y dientes, y a pura guapeza logró que se le agrandara el arco y convirtió algunos goles que le permitieron proyectarse internacionalmente. No pudimos pasar la primera fase, pese a que nos volvimos invictos, pero Peter Méndez volvió como máximo goleador, y se dio el gusto de hacerle un corte de manga a la tribuna tras anotarle un gol de penal a los ecuatorianos. Tres goles (el citado ante Ecuador, uno a Brasil y otro a Colombia), le valieron el pase al fútbol europeo.
Al llegar como fichaje estrella al Mallorca, las primeras declaraciones de un crecido Peter fueron tajantes: “vengo a marcar goles porque sé que el Mallorca necesita de alguien resolutivo. Me considero un delantero bastante capacitado para el fútbol moderno, con mucha movilidad y con olfato de gol. Espero dar muchas satisfacciones a la afición”. Sin embargo poco tiempo después, declaró en Uruguay hablando del Mallorca, que “al llegar creí haber tocado el cielo, pero no. Es un club chico en todo. Te tratan como indios con plumas y como si ellos fueran unos genios”.
Su entrenador Serra Ferrer, en contestación a estas manifestaciones declaraba que “es un jugador cuyo rendimiento se vino abajo de forma espectacular, al final parecía que no tenía ni fuerzas para disputar un balón”. ¿Y cómo culpar a este sacrificado atleta por disfrutar tal vez un poco de más de las atracciones nocturnas o de sano esparcimiento que pudiera haber encontrado? ¿No era acaso la responsabilidad del club guiarlo y arroparlo para que se sintiera cómodo y rindiera como en la Copa América? Al contrario, lo ensuciaron tildándolo de desprolijo en vez de barrer para adentro.
De España a Colombia, donde parecía llegar para deslumbrar con su juego y goles. Pero la noche colombiana lo deslumbró a él, seguramente por extrañar nuestro país quiso cobijarse en nuevas amistades que le hicieran más llevadera la estadía. Y otra vez, lo dejaron solo, diciendo públicamente que se notaba a la legua que el fútbol no estaba entre las prioridades de Peter Méndez. De ahí a la vuelta al país, a Juventud de las Piedras y Porongos de Flores, últimas escalas del periplo de Peter Ramiro por la canchas.
El obdulista de verdad le agradece eternamente por aquella Copa América del 91, en la que se paraba el país para ver los goles de Peter Méndez. QUE VUELVAN LOS OBREROS DEL FÚTBOL, QUE VUELVAN LOS CONVOCADOS DEL MEDIO LOCAL DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!