Cuenta el Chengue Morales que en el entretiempo de aquel recordado partido fue en compañía de Octavio Darío Rodríguez a “pedir explicaciones” al vestuario rival. Este suceso se ha convertido en una leyenda, al igual que el cabezazo de Víctor Haroldo Púa.¿Qué fue lo que realmente sucedió?

Últimas jugadas del primer tiempo, Senegal ganaba 3 a 0 y Diouf pisó una pelota cerca del banco de suplentes de Uruguay, tiró un caño,  miró a los jugadores uruguayos y se rió. Ese sobrada movilizó a nuestros players, que se dieron manija y decidieron ir a pudrirla al vestuario de Senegal. “Nos miramos con darío y nos dijimos ‘vamos’. Y fuimos, y como entramos salimos porque ellos estaban salados de grandes”.

Para la decepción de muchos que habían elevado la famosa acción al altar de los más huevudos de la historia, no llegó a haber golpes, pero esa dosis de guapeza influyó en el ánimo de los jugadores celestes que salieron a comerse el mundo en el segundo tiempo.

“Esa metida de peso me hizo sentir muy bien. Me sentí fortalecido por la actitud que tomamos. Muchos te tratan de matón, pero en el fútbol hay cosas que siempre van a existir y en todos lados pasan”.

El legendario Chengue siempre se refiere a este hecho diciendo que en el momento se sintió muy bien con lo que hizo, ya que piensa que era una manera de defender a su país de la mejor forma posible.

Darío dijo al respecto: “¡Tas loco!, estaban bravos esos negros. Había unos que medían como 2 metros. Fueron 5 y vinieron 20, hablando de piñas, claro”.

Que vuelvan los guerreros que iban a apretar al rival al vestuario sin medir consecuencias, que vuelvan las arengas enfervorizadas cuando las cosa viene torcida, que vuelvan las remontadas de antes y que vuelva el cabezazo del gordo Púa!