En el mundial del 2002 tuvimos una situación que lamentablemente no terminó de la menor manera y nos privó de tener en cancha la magia de Fabián. A pocos días del debut ante Dinamarca, el médico Carlos Voituret confirmaba lo que se venía manejando: El Mago no iba a poder jugar por una lesión en su tendón de aquiles. O’ Neill no lo podía creer, y no quiso hablar con la prensa por aquellos días.
Nunca vamos a saber qué hubiera pasado con el genio isabelino en cancha, pero siempre nos quedará el recuerdo del homenaje del Chengue al hacer el gol contra Senegal. Mucho se especuló con que el 10 estaría pronto para el partido de octavos, pero el cabezazo del Chengue y Púa no entró.
En el recuerdo quedan las anécdotas, de lo que pudo haber sido y nunca fue. Por ejemplo en la gira previa a Corea-Japón. Contó el Dr. Voituret, médico de la selección en el 2002, que en el primero de los tres amistosos que los celestes disputaron, Fabián le hizo un quiebre tan fenomenal al 5 de Estados Unidos, que al norteamericano se le giró la rodilla. En eso el médico celeste le dijo a alguien que tenía al lado:“¡Paahhh…se perdió el Mundial!”; y así fue, nomás. El jugador salió lesionado y no fue al Mundial, lo bajaron de la lista.
Esa anécdota describe en forma muy elocuente lo que en ese momento representaba para el equipo de Víctor Púa la jerarquía futbolística del isabelino.
En ese partido, O’ Neill empezó a sufrir con su tendón de aquiles. Luego, Uruguay fue a jugar contra China y el Mago salió antes de terminar el primer tiempo, después el equipo se fue 15 días a Japón y lo tenían entre algodones, con fisioterapia, haciendo algunos ejercicios que podía tolerar, a veces podía trotar, en otras no porque estaba molesto. Entre trotes, caminatas y quietud, Fabián nunca pudo hacer fútbol y cayó en una profunda depresión por no poder cumplir su sueño mundialista.
Si sería grande Fabián que el gran Zidane lo esperó afuera del vestuario para saludarlo después del partido con Francia, y no al revés!
Para todos los orientales, no haber podido ver al Mago en cancha fue una frustración enorme, y para él también, ya que era el sueño de su vida, jugar un mundial. Pero para Fabián, sorpresivamente tal vez hubiera sido peor. “No haber podido jugar el Mundial fue una gran frustración, pero por ahí hasta fue mejor, quizá. Si no, en el grupo, con esa gente, podíamos terminar todos mal. Yo, con mi temperamento, y esas cosas, capaz que hasta hacía alguna cagada a lo último, si Dios quiso eso, sólo él lo sabe”.
QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES, LA DE COREA Y JAPÓN, LA DEL MAGO, EL CHENGUE, EL CANARIO Y PAOLO!