Por lo poco que se pudo ver mientras picábamos un salamín con un tinto y el esclavo hacía el asado, el partido de los calendaristas ante Irlanda del Norte dejó varias confirmaciones.
La verdad que no daba para andar mirando demasiado un espectáculo en el que jugadores, público y prensa van por un camino opuesto al que defendemos en este espacio.
Entonces, en este contexto se elogian las camisetas ajustadas, los zapatos de diseños cristianoronaldizados, el público familiar que llenó el coloso de cemento, todo servido para que los del quetedije recibieran el cariño de “su” público. Porque este no es el público del Chengue, de Paolo, del Canario, no están los veteranos que vibraron con el Mundialito y con la Copa América del 95, ni los que iban al talú.
Anoche se vió un equipo de camisetas ajustadas pegadas al cuerpo, jugadores con rodete, otros con botines de colores diferentes y un entorno insípido.
¿Qué habrán pensado los norirlandeses cuando entraron al campo de juego llevando gallardamente camisetas de manga corta y se encontraron con que los propios locales usaban manguita larga para no resfriarse?
Apenas destacable el intento de barba del hijo del boniato, como queriendo recuperar parte de la mística, cosa que se terminaba al momento de mirarle los botines de cebra.
Cavani más afrancesado que nunca, con un moño de señora sumado a su andar y su camiseta ajustada que pudo haber hecho confundir a más de un irlandés acostumbrado a otro tipo de estética en el hombre.
El mejor amigo de Cavani en el plantel, el fresco Ramírez, portaba una barba candado (usted conocerá el dicho, “barba candado…)
Cáceres estrenaba unas botitas rojo flúo a las que le faltaba que tuvieran los tapones de atrás más largos. Como si fuera poco, el recio Egidio no tuvo otra que usar unos iguales ante el extravío de sus tamangos color negro azabache. Y para peor, el alguna vez panzón Stuani portaba un botín celeste en un pie y uno rosado en el otro! Y no sabemos por qué extraño motivo el también recio Cebolla lo mismo.
En un partido frío, anodino (si estos no pegan en una semifinal del mundo no lo van a hacer en un amistoso previo a un mundial), lo único destacable fue una linda entrada fuerte de Gargano, como para marcar un poco de presencia. En otras épocas, el público oriental habría sabido apreciar. En este partido, la gente que sacó el abono de estos partidos junto a las entradas al ballet del sodre, se horrorizó ante la “desubicación” del citado player.
El periodismo, encabezado por Romano y Scelza, escandalizado ante el foul de Gargano. “Mereció tarjeta roja”, como para quedar bien con el público operístico que colmó las tribunas del coloso de cemento.
¿Por qué no calentar un poco el ambiente con algún faulcito, una scaramuza, un par de empujones? El espectador de antes muchas veces esperaba eso incluido en el costo de la entrada, porque los jugadores tienen las pulsaciones a mil y son lances lógicos del juego, amistoso o no.
En otras épocas, el plantel celeste habría llevado a los irlandeses, conocedores de los placeres de la vida, a conocer un poco la ciudad. Lamentablemente para los intereses visitantes, en el complejo sólo sirven gatorei y asado sin grasa.
De todas maneras, el técnico O’ Neill habría pedido para conocer a su famoso pariente, y aparentemente el plantel completo se encontraría en Paso de los Toros y habría perdido el avion de retorno.
Al final del match, el quetejedi sorprendió y dejó afuera de los 23 a uno de sus hijos no reconocidos, Eguren.
QUE VUELVAN LOS AMISTOSOS DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!