20 años después del ‘Maracanazo’, la semifinal en México 1970 volvía a enfrentarnos con los brasucas. El partido terminó 3-1 a favor de ellos, que después fueron campeones ante Italia.
Ambos equipos llegaron al estadio de Guadalajara con diferentes propuestas, Brasil confiado en las individualidades de Gerson, Pelé y Jairzinho, a la vez que impondrían su juego veloz y atildado. Nuestros gladiadores tenían otro plan. La idea era marcar, como fuera, a Gerson, el cerebro del equipo brasileño. El jugador no podía recibir el balón, ya que era el creativo y peligroso que ponía pases perfectos para que Pelé y Jairzinho hicieran los goles. Después había que buscar el momento justo para meter el zarpazo. Además, los orientales impondrían su mayor temple, y mientras se saludaban los jugadores entregarían un banderín y les recordarían el ‘Maracanazo’ para hacerlos entrar.
Y así empezaría el partido que el llorón y alcahuete de la FIFA de Pelé describiría años después como “el partido más violento que jugué”.
Uruguay empezó pegando, marcando, haciéndose respetar, siempre dentro del reglamento ya que el árbitro español José María Ortiz no cobraba nada. Pero el señorito Pelé se salió de sus casillas y le metió un codo en la cara a Dagoberto Fontes. Así, entre empujones y choques, el Negro Cubilla anota el primer gol del partido a los 19 minutos, luego de un pase de zurda de Cascarilla Morales. La Celeste se adelantaba así en el marcador. Los brasileños, nerviosos y con una marca personal sobre Gerson parecían perdidos y empezaron a entrar en el juego uruguayo, ese que les impedía mostrar la magia y velocidad que habían mostrado durante todo el campeonato.
En el segundo tiempo, el marcador finalizaría 3-1 a favor de Brasil, y hasta el día de hoy se siguen quejando de nuestra violencia. Los mismos brasileros y los alcahuetes de la FIFA y de México deberían explicar por qué a último momento a Uruguay lo hicieron viajar 600 kms en ómnibus antes del partido (la misma mierda que habían hecho en el mundial anterior los ingleses con Portugal) cosa de que tuvieran que enfrentar el partido muertos de cansados.
Uruguay tenía cuadro de sobra para volver a ser campeón, aún con la falta del Verdugo Pedro Virgilio Rocha. Era un equipo de hombres, que no se cagaban con nadie pero no convenía que saliéramos campeones.
En cambio a los brasucas les vino bien vender el mito de que los únicos sucios éramos nosotros, pero bien saben que más de una vez los hemos hecho llorar y la de Maracaná no se la sacan nunca más!
Por eso siempre es tan lindo pegarle a los brasileros, y es una sana tradición que no debemos perder. Hay que abrir los ganchos antes de que sea demasiado tarde, lo ocurrido en la sub 17 debe ser un llamado de atención mayúsculo. Que vuelva el rigor contra Brasil, que vuelva el Uruguay de antes y que vuelva la Celeste de antes!