Empezó la actuación de un combinado oriental integrado por menores de 22 años en el torneo Panamericano, y la ocasión era propicia para sentarse a mirar un match que las patronas, hijas, hermanas y todos los calendaristas de turno no iban a tener interés en ver. Al nombrarle a dos o tres de los anónimos players, inmediatamente se aleja el hincha exitista que no encuentra motivo alguno para ponerse a ver este tipo de partidos.

Y es ahí donde entra usted. Ese incondicional seguidor de la camiseta más gloriosa, que se pica un salamín, se sirve un Mac Pay aunque sean las 6 y media de la tarde y se dispone luego de pegarle tres gritos a los botijas a seguir las alternativas de un Uruguay- Trinidad y Tobago.

Del partido en sí, además de que se juegan en canchas de fútbol 5 pero más grandes, poco para resaltar. Un combinado conformado por esforzados muchachos del medio local, y en su mayoría de equipos en desarrollo derrotó sin problemas a los pobres “tobaguitos” como les diría el gran J.R Faccio. Seguramente usted se quedó solo gritando los goles de aquellos compatriotas cuyos nombres nos cuesta incluso recordar en este momento, y eso es lo de menos ya que lo que importa es la blusa color cielo.

Uruguay jugó cuando tuvo que jugar, hizo los goles que tenía que hacer, pegó alguna patadita cuando tuvo que imponer respeto y de repente faltó un poco de sufrimiento ante un oponente de poca monta. Pero también justo es decir que varias selecciones de antes cada tanto se despachaban con alguna circunstancial goleada. Lo bueno fue que no se pizarreó a lo brasilero, ni se menospreció al contrincante.

Del rival, decir que fue digno. Nada de pedirle fotos ni autógrafos a los uruguayos, ni de andar a las risitas ni de pedir camisetas. De hecho, un ignoto defensa levantó en la pata a un uruguayo que se iba solo, como marca el manual. Y también cabe destacar que el oriental se levantó sin quejarse, como también marca el manual. Fue como dijimos un digno equipo rival que cuando tuvo que pegar lo hizo de la mejor manera, y cabe destacarlo en estos tiempo que corren.

Ahora, una pregunta nos quedó flotando, ¿no hay ropa negra para los arqueros uruguayos? ¿Tan difícil es volver a las fuentes de los grandes cancerberos compatriotas? Sacando algún corte de pelo influenciado por las modas europeas que tanto daño han hecho, respiramos tranquilo ante el poco potencial calendarista de esta selección, y celebramos que estos muchachos tengan la oportunidad de ponerse la camiseta del combinado oriental. Que nunca pierdan las humildad, y que el pichón del quetejedi no los contamine.

QUE VUELVAN LAS SELECCIONES DE JUGADORES DESCONOCIDOS DEL MEDIO LOCAL DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!!!