Uno ve para los costados y ve a la gente llorar. Pero la lesión de Suárez no es más que eso, una lesión. Cualquier equipo debe hacerse fuerte ante las bajas y mucho más la Celeste. Por eso no es de orientales andar lagrimeando o pensando en retirar al equipo de la cancha previo a un partido de eliminatorias. No hay hombre insustituible y de imprescindibles está lleno el cementerio. Alguna vez, una selección uruguaya tuvo que salir al campo sin Obdulio, que estaba lesionado. Aquellos leones protagonizaron uno de los partidos más épicos de la historia de los Mundiales, que si no hubiera sido por el barro nos hubiera puesto en otra final del mundo.
¿No está Suárez? Y bueno, estarán otros. Se podría aprovechar a citar a algunos muchachos del medio local, de esos que no dudarían en chocarse de lleno contra cualquier defensa, goalkeeper o columna. Sin ir más lejos, fíjese en lo triste que está Neymar, gran amigo de Suárez porque no va jugar más con ellos. Y pensar que cuando vino a jugar acá, poco menos que se le tendió la alfombra roja por parte de nuestro centrofóbal. Estas cosas demuestran que adentro de la cancha no hay amigos y que un equipo siempre debe sobreponerse a las bajas. Como dijo el Negro Jefe, “en la cancha seremos once para once”.
Aprovechando que no se puede reservar más jugadores del exterior, es un buen momento para realizar ese llamamiento a la esencia del fútbol uruguayo, a muchachos a los que los argentinos y los paraguayos tengan que buscar en internet para saber qué cara tienen o cómo se mueven en el campo. Dele a alguno de esos hombres la oportunidad de colocarse la casaca color cielo y esté seguro de que la van a defender con la vida. Como decía el Pulpa Etchamendi, aquel jugador que sufrió carencias va a defender como nadie una frazada. Capaz este tipo de partidos exige menos consagrados y más gente dispuesta a faltarle el respeto a Messi y a quien sea, jugándoles como hace tiempo nadie les juega.
Así que señores, a no llorar como magdalenas por la ausencia de un hombre que terminó su partido de pie y jugando los 90 minutos. Se recuperará y la pelota seguirá girando. Mientras tanto, hay una gloriosa malla por defender y más les vale que lo hagan como corresponde a nuestra más rica tradición en el coloso de cemento. Mientras tanto, reviven aquellas polémicas del pasado acerca de si los repatriados fingían lesiones para no venir o se cuidaban las patas en la selección para rendir en el club. Tal vez de a poco, esté volviendo la esencia de la Celeste de antes.