Mientras se aproxima el mundial, en el que a menos que pase algo muy raro vamos a ir otra vez a competir por el premio “fair play”, no podemos dejar de recordar los tiempos en los que nos tomábamos las justas deportivas como lo que son: una guerra.

Basta hacer memoria para encontrar hitos como el “pegamos los primeros diez minutos y después ganamos jugando al fútbol” del Mariscal antes de la final del 30, el “este partido se juega con los huevos en la punta de los botines” de Obdulio en el 50, la patada en el culo de Colacho a Rivelino, la expulsión más rápida de la historia de los mundiales de Charly Batista en 1986, la apretada del Chengue y Darío a Senegal, el recibimiento a los australianos, la épica manga en venezuela…

Así se fue construyendo la gloria de la Celeste, y ¿quién mejor que Obdulio para explicar de qúe se trata representar a Uruguay?

Por obra y gracia del esclavo traemos desde el baúl de los recuerdos una nota realizada al Negro Jefe en la vieja revista deportiva “100 años de Futbol”. Allí, el periodista Franklin Morales le pregunta: “¿Que le diría a los jugadores que van a un Mundial?”

A lo que Obdulio responde: “¿Usted se piensa que es una “Fiesta deportiva”, como dicen? Entonces es un lírico. Un Mundial es la Guerra, directamente la guerra. Si se puede sacar a un individuo de una patada en el pecho que lo saque. Esa es mi indicación”.

Más claro imposible, son palabras que deberían perpetuarse en la memoria del pueblo oriental y de paso trasladárselas al que te dije y sus modelitos del fair play. Qué fiesta ni fiesta! Esto es como también dice Julito Ribas, una guerra. Una guerra que lamentablemente vamos a perder, más allá de circunstanciales resultados deportivos. QUE VUELVA LA MENTALIDAD GUERRERA DEL NEGRO JEFE, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!