Muchas han sido las palabras dedicadas al hijo de Pablo Forlán, pero curiosamente poco le hemos dedicado al propio Boniato. Hoy no podíamos dejar de hacerlo, con sus recientes declaraciones sobre un representante de nuestros Valores:
“Zalayeta juega mucho, yo ya no sé como decírselo a la gente. Zalayeta te baja pelotas, te cabecea, no te erra un pase… y te digo más, si mañana se lesionan todos los delanteros de la selección que lo llamen a él”.
Fíjese usted que no pide por su hijo, al que le respeta el retiro de la selección, ni por el cultivador del laciado progresivo Abreu, ni por el pichón de Cavani que ahora juega en Defensor, sino que resalta las virtudes de un jugador de botines negros, de gesto serio e imperturbable, gran artíficie de momentos como Malasia 97, la Copa Rey Fahd del 98 y aquel memorable triplete contra Colombia…
El Boniato sabe lo que aportarían este tipo de jugadores de los que ya no hay en la selección. No esperábamos otra cosa de Don Pablo Forlán, seguramente le haya querido inculcar a su hijo alguna cosita de la Pantera. Y esto no hace más que sumar en cuanto a lo que siempre decimos, son los lujos que nos hemos dado históricamente de dejar afuera a players de estas características.
¿Por qué razón el fútbol uruguayo se dio el lujo en su momento de no juntar a las dos torres de ébano en el área? Imagínese si en la noche el Chengue y Marcelo Danubio tumbaron a varias adversarias de fuste, lo que hubieran hecho con la Celeste en el pecho de haberles dado más oportunidades de jugar juntos.
Pero eso es parte de la tradición de la Celeste de antes, dejar afuera a los jugadores que todo el mundo pide! Sin embargo, hoy enorgullece que un referente de otras épocas, padre del refinado degustador de sushi, haga semejante reconocimiento a este silencioso y moreno elemento.
Por Don Pablo Forlán, por Marcelo Danubio Zalayeta, y por qué no por el Chengue prócer de ébano de grandes gestas del fútbol uruguayo. Salú muchachos, y que vuelva la Celeste de antes!