Así como después de la derrota ante Costa Rica dijimos que probablemente se hubiera terminado el exitismo, a todos los que se hicieron hinchas en 2010 les avisamos que hoy vieron en cancha algo bastante parecido a la Celeste de Antes. Hoy no importaron los botines flúo, la ropa naranja del golero, los peinados raros, cuando portando la apretada blusa celeste hubo un grupo de hombres que se dieron cuenta de la responsabilidad que tenían.
Este triunfo es de los que no nos subimos al carro del éxito en 2010, y no nos bajamos del apoyo después de perder con Costa Rica a pesar de no copartir muchas cosas del “proceso”. Porque el verdadero hincha de la Celeste de Antes la seguía siempre, siempre antes de cada partido tenía fe que iba a ganar o al menos vender cara la derrota, porque importaban otras cosas.
Eso el hincha 2010, la mujer que grita excitada con los jugadores modelos no lo entenderán nunca. Y tal vez hoy se suban al carro otra vez.
Nosotros no nos damos vuelta, siempre dijimos que destacaríamos aquellas señales de vida obdulista en esta selección encumbrada al status de estrellas del espectáculo.Y con una demostración de carácter y temple oriental como la de hoy, pensamos un poco más que tal vez la culpa no sea del chancho sino de quien le rasca el lomo. Los fans 2010 nos hicieron ser los críticos más acérrimos de esta selección, que tuvo miles de aspectos criticables, alejados de lo acostumbrado por aquel que supo ver al Pacha Barilko, al Caballo Kanapkis, a Robert Dante Siboldi y tantos otros esforzados atletas que perdían seguido y si caminaban por la calle no había manera que los reconociera una mujer que no fuera su madre, esposa, hija o hermana.
Jugando de esta forma es más fácil lograr el comienzo de una nueva y saludable etapa, de volver a la esencia, de disfrutar de ganar a la uruguaya. Hoy los denominados calendaristas del quetejedi metieron, guapearon, y encontraron luego de 44 años una victoria mundialista frente a un rival europeo.
De la mano de Suárez, ese jugador al que muchas veces signamos como un potencial obdulista con algún pequeño desliz, que hoy se puso el equipo al hombro luego de su operación y vacunó a los ingleses estos que nos robaron en el 66, Uruguay sigue con vida en el mundial.
Hoy señores nadie nos lo contó, nosotros vimos a Livianico Lodeiro trancar una pelota con la cabeza, vimos al Tata González demostrar por qué estaba acá, vimos a Godín probarse el brazalete, ojalá para no sacárselo más, vimos al Cacha comerse la cancha como tantas otras veces, y sobre todo vimos al ex capitán con apodo de mujer y al hijo japonés de Pablo Forlán ser espectadores de lujo. Vimos al delicado Cavani meter como su rústico hermano Patoruzú Guglielmone, vimos a Palito en un heroico acto obdulista, vimos a Muslera ponerse las manos y salir con autoridad a atrapar un par de centros, un equipo que tiró parejo y guapeó.
Hoy no importaron esos pequeños detalles, como no importó ver al Cacha con un bolsito Luis Botón a la salida del vestuario, porque como tantas veces fustigamos lo que había que fustigar, hoy no nos queda otra que reconocer. Porque es de obdulistas reconocer.