Hemos dicho que había en esta selección juvenil algunos signos de que no todo está perdido, algunos elementos que tienen buena madera para repetir gestas del pasado. Y una vez más, estos partidos a horas tempranas hicieron acordar a campañas como las de Malasia ’97 o Corea-Japón 2002, incluso jugando en el mismo estadio que contra Senegal. Tal vez si se hubiera recurrido a realizar esas dos variantes en los últimos minutos, hoy estaríamos hablando de otra cosa. Ya habría tiempo de lidiar con el exitismo del público calendarista que de a poco se había empezado a sumar a los madrugones ante los buenos resultados.
Hasta que nos encontramos con Venezuela, y se terminó la historia. Hay varias cosas que eran marca registrada del fútbol uruguayo, y que tristemente hemos perdido. Muchos dirán que hoy en día no se puede pegar porque está lleno de cámaras, pero todavía algo se puede hacer con un poco de maña. Es cuestión de saber aplicar el foul táctico, el agarrón, la paralítica. Porque mire que Venezuela jugará muy lindo, pero nos pegó sin asco. ¿Y pasó algo? El 8 y capitán, hombre de bigotito finito además, pegó y pegó, incluso con amarilla. En cambio, entró el 10 de ellos, que sabíamos que jugaba bien y estaba entre algodones, y nos faltó desplegarle la alfombra roja. Hay detalles de viveza que no se pueden perder.
Como tampoco se puede perder aquella condición de que un jugador uruguayo que perdía un tranque, una de dos: o no era uruguayo, o no podía jugar en un equipo uruguayo. Hasta los que sabían con la pelota eran instruidos en el arte de trancar, incluso se entrenaba con la pelota contra una pared. Ahora no hay más tranques. Fue así, que luego de llegar al gol por un penal cobrado por medio de esa payasada del video arbitraje, nos fueron metiendo para adentro de prepo. ¿Dónde están las mañas? ¿Dónde está la carpeta?
Parece que hoy en día es una especie de pecado mortal poner a un zaguero por un delantero para “cerrar el partido”, o poner a un habilidoso para que se lleve la pelota para el banderín del córner rival, a la manera del “Lachi” Cardozo en Nigeria ’99. Aguantar el resultado, demorar 5 minutos en salir, hacerse el lesionado, esas cosas eran parte del fútbol. Era una semifinal del mundo, señores, no nos vengan con puritanismos.
En cambio, nos guardamos dos variantes, y dejamos que los venezolanos se acercaran al área, donde hay más riesgo de hacer alguna falta innecesaria de esas que otorgan tiros libres peligrosos al rival. Y fue así, que hicimos esa falta en el minuto 90. Sin haberle dado cabida a Amaral para que con su habilidad y su cuerpo se encargara de hacer desaparecer el útil. El resto es historia, la cazó uno que sabía, y la colgó. Alargue, por ingenuos, por carecer de mañas para llevarnos el resultado. Nunca pensamos estar escribiendo esto de un team uruguayo, pero así de cruda es la realidad. Hoy, Venezuela nos dejó afuera de una Copa del Mundo. Por más que hayan mejorado, son Venezuela. Es un equipo que tendría que haber quedado en esta instancia, disfrutando de su hazaña, y nosotros en la final. Pero no tenemos más mañas, no supimos cerrar un partido y ahora es tarde para lamentarse. El alargue no tendría que haberse jugado, y los penales menos.
Nota: hubiéramos escrito largo y tendido sobre la acción del player Saracchi luego de ser sustituído, sacándose la camiseta y tirándola al piso, y luego pateándola. De no haber sido por las posteriores disculpas públicas, que hablan bien del botija, estaríamos pidiendo por un Darío o un Paolo que fueran a aclararles este punto a las nuevas generaciones. Confiamos en que no volverá a ocurrir, porque como dijo Paolo, estas cosas se transmiten y ahora Saracchi será el encargado de que otros no lo hagan.
QUE VUELVAN LAS MAÑAS DE ANTES, QUE VUELVAN LOS CIERRES DE PARTIDOS DE ANTES, QUE VUELVAN LOS JUVENILES DE ANTES Y QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES.