Y la selección calendarista se desplazó hasta la ciudad de Trinidad, donde la esperaba el combinado de Flores ante un público ávido de ver de cerca a los máximos exponentes del bocatorcidismo. 7000 personas, mucha mujer, mucho niño hinchas Sudáfrica 2010 gritando en cada avance, daban un marco que ninguna selección anterior hubiera tolerado.

El capitán con apodo de señora mayor viajó especialmente para acercarse a la tribuna y hacer gritar a las mujeres, algo que no hubiera hecho jamás un Indio Olivera, un Nelson Agresta, un Peta Ubiña, ni que hablar de los mismísimos Obdulio, Nasazzi, Paolo o Canario. Usted compañero obdulista, ¿se imagina al 2 de Jordania teniendo que soportar eso? Agarraba la Ak-47 y se terminaban los grititos de histeria señor!

Todo parecía perfecto, los periodistas que transmitían el partido elogiando “todo lo que genera esta selección en la gente”, cuando esto se trata de generar cosas en los rivales, preferentemente miedo. Muy acaramelado todo, como de costumbre.

Porque es bueno recordarle a la gente como habría sido esto en otras épocas. Para empezar, la llegada de la selección a cualquier paraje del interior no habría concitado el lleno de un estadio, sino que se destacaría el desinterés de la gente que “no acompañó esta iniciativa, por la falta de feeling de la selección con el público”. En segundo orden, para los jugadores celestes habría significado un auténtico martirio desplazarse para ir a jugar a otro lugar, contra un equipo amateur.

Más aún, aún recordamos cuando Uruguay jugaba amistosos contra rivales de este tipo, o algún equipo de la B de Argentina, un combinado de la mutual, o el “drin tin” de Juan Ramón Carrasco. En esos casos, las luminarias que brillaban en todas partes del orbe, se juntaban y a duras penas le ganaban 1 a 0 a estos equipos, en parte porque no tenían las más mínimas ganas de jugar, y un poco por códigos ante el colega de inferior talento futbolístico.

Pero bien, resulta que los princesos van y le encajan 10 goles a los pobres botijas de Flores, reforzados por Castillo y Scotti. Ramírez, Abel Hernández por 4, Stuani por 2, el hijo nipón de Pablo Forlán, el Tata y Alejandro Silva no tuvieron piedad y apretaron el acelerador a fondo. HIZO UN GOL EL TATA SEÑORES! Ahora cagamos, ya selló el pasaporte a Brasil (si quedaba alguna duda). Faltó Abreu para tratar de sumar goles y contarlos igual que si hubieran sido contra Alemania.

En este tipo de partidos, era cosa habitual que los players del interior, tal vez por falta de entrenamiento y distancia, le dejaran alguna patita arriba a los encumbrados profesionales que venían de Europa. Incluso era una ocasión propicia para que alguno le acariciara los meniscos a estos “que tenían el futuro asegurado”. En esta ocasión, todos se peleaban por ver quien cambiaba las camisetas con sus ídolos. Un Freddy Ajo Rodríguez seguramente le habría juntado las rodillitas al Negro Abel, al grito de “negros eran los de antes” ante tanto metrosexualismo que trajo este elemento desde Italia. En síntesis, un asco ver ese partido. Nunca tan lejos de nuestra esencia, y correspondía dejar claro nuestro descontento.

QUE VUELVAN LOS AMISTOSOS DE LA SELECCIÓN DE ANTES, QUE VUELVAN LOS JUGADORES DEL INTERIOR DE ANTES, Y QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!