Mucho se ha pedido alguna crónica sobre el desempeño de los juveniles en tierras coreanas, algo que nos lleva inevitablemente hacia la comparación con aquellos jóvenes orientales que nos supieron representar en otros tiempos.
La verdad sea dicha, si nos vamos a poner a comparar con Malasia, estos botijas no tendrían ni chance de salir bien parados. No hace falta ni siquiera enumerar las razones, ni repasar la valía de aquel plantel. Mucho menos, frente a un combinado como el actual, que encarna algunos valores difíciles de digerir para el obdulista, como ser los botines flúo tipo “botita”, el juego basado en la posesión o algún peinado reñido con el mandato del varón nacido en estas tierras.
Pero también cabe decir, que salvando las distancias, algo hay en esta nueva versión de los juveniles que invita a mirar con un poco más de esperanzas al futuro. Este es un equipo en el que el capitán es un botija alejado de los estándares físicos del fútbol actual, en el que es discriminado por no pesar 60 kilos y no poder usar la camiseta alycrada. Si será caudillo, que es el capitán desde el banco, y cuando entra le dan la cinta enseguida. Y contra Italia, el hombre entró y la colgó del ángulo, como para que no quedaran dudas de su calidad. El pie, señores, no engorda. La magia se tiene o no se tiene, y ahora el botija Amaral se apronta para volver luego de haberse doblado el tobillo.
También invita a la ilusión otra presencia sin caravanas, sin tatuajes, y bien peinado a la antigua como nos peinaban nuestras madres. Casi un pichón de Zitarrosa parece el botija Valverde, que además ya está en pleno proceso de cambiar la voz. Hay también un goalkeeper sobrio, una dupla de zagueros bien a la uruguaya y un lateral que se llama José Luis.
Seguiremos atentos su andar por este Mundial, confiando en que si llegado el caso tienen que apretar los dientes y recurrir a los elementos típicos del fútbol oriental, lo harán. Pero no hay que olvidarse de que hay una ola de exitismo alrededor de esta botijada, desde el público y la prensa que etiquetan a los botijas, les ponen responsabilidades y no los dejan hacer su propio camino.
QUE SIGA DANDO CRIOLLOS EL TIEMPO, QUE SIEMPRE VUELVAN LOS JUVENILES DE ANTES, Y QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!