Chengue

“Me caracterizo por mi fuerte personalidad, no arrugo, en los partidos voy al frente como bestia, nunca me borro”. El Chengue Morales impresionaba desde su 1.97 de huevo, de ganas, de empuje y corazón a pesar de una notoria falta de técnica. Pocos jugadores pueden presumir de haber hecho dos goles en 6 minutos en un estadio lleno jugándose la clasificación a un mundial. Y el Chengue lo hizo. Pero antes de su momento dorado, el Chengue trabajó en un frigorífico, cargó cajones en el Mercado Modelo y fue portero en un cementerio.

Aquel delanterRichard-Morales-Empics1505969o de apariencia torpe que comenzó jugando en Platense y en Basañez, que llegó “grande” a Nacional, un día tuvo su chance en la selección. Y fue a un mundial, y metió el gol que empezó la reacción contra Senegal. Tuvo la mala fortuna, o el error de no haber podido conectar bien el cabezazo que habría significado una de las mayores hazañas celestes. Sin embargo, el Gordo púa sigue cabeceando esa pelota que nunca entrará, cada vez que alguien recuerda ese partido.

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El Chengue atesora lo mejor y lo peor. Lo mejor, sus dos goles a Australia, su loca carrera camiseta en mano dando la vuelta olímpica con lágrimas en los ojos. Lo peor, el cabezazo fallido. Tuvo después una carrera que lo llevó a tener su momento con el Osasuna y el Málaga, y un discreto pasaje por el Gremio y Liga de Quito.

El Chengue también metió las manos como loco en aquel recordado clásico, agredió  a Roberto Carlos, juró la constitución española, puso un boliche de nombre Botineras…pero más allá de todo, no hay quien no quisiera tener un Chengue en su equipo. El mismo que pegó tres gritos en el vestuario, y le dijo al Púa “meteme a mí y a Forlán gordo”, el que fue con Darío a apretar a los senegaleses. El Chengue, el empuje, las ganas, los viejos valores, los tambores, el vino…