Falleció “el humorista del Carnaval”, Roberto Capablanca. Un argentino que eligió ser uruguayo, divirtió a muchos con sus chistes, se fue a los 90 años.Según su documento nació el 26 de agosto de 1929, sin embargo, según contó su esposa, Capablanca tenía 90 años, ya que su padre lo anotó a los seis años de nacido. “Tenía 16 hermanos entonces el padre los anotaba de a 5 o 6”, dijo.
En 1955 visitó Uruguay, como parte integrante de un elenco humorista en gira y se radicó en la capital de nuestro país.Desde entonces, participó en decenas de carnavales e integró conjuntos de parodistas y humoristas.
Un grande y siempre recordado humorista,los más veteranos carnavaleros lo recuerdan por sus presentaciones en los tablados. El humorista tuvo su época de gloria y luego cayó en el olvido y la pobreza.
Roberto Mórbido Bonofiglio, como era su verdadero nombre, era considerado un referente del humor en el Carnaval uruguayo.También participó en programas de la televisión nacional, como “El Show del Mediodía” de canal 12, o “La Cantina”, en Canal 4.
Sus problemas de salud relacionados con la diabetes, lo obligaron a internaciones frecuentes y a alejarse del mundo del espectáculo.En tanto que desde el punto de vista laboral, en los últimos años debió recurrir a shows callejeros o en los ómnibus, junto a su pareja Graciela. Capablanca y Graciela crearon la revista de humor denominada “Varieté”, la cual comercializaban en las unidades de transporte colectivo.
Sin lugar a dudas que su nombre es la historia misma de nuestra fiesta (el carnaval), desde que a mediados del siglo pasado desembarcó en nuestro país en una Compañía Teatral Argentina, a probar suerte junto a su hermano Vicente y algunos muchachos que estaban haciendo sus primeras armas sobre las tablas y recorrían aquel Montevideo nocturno para cantar o hacer monólogos en diferentes peñas.
Una anécodta de este grande: un vez con su hermano en un tablado de la Aduana piden para actuar y pasar la gorra y los dejan, al ir subiendo al escenario Roberto pisa un tablón y se pincha con un clavo saliente y le sale del alma: “La puta madre que me parió” y otra sarta de disparates, a lo que la gente comenzó a reírse a carcajadas y el hermano, rápido como un rayo le dice: “parece que acá les gusta el relajo”. Y Capablanca se quedó por acá, nomás.
QUE VUELVAN LOS HUMORISTAS DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!