Nos toca hacer la crónica de un partido que deja sentimientos encontrados. Por un lado, se gana sufriendo, como le gusta al uruguayo, con las gónadas en la garganta y pidiendo la hora. No somos pueblo de ganar de forma holgada, y ya sabe usted que no nos gustan los pizarreros (menos si juegan en nuestro equipo).
Pero, más allá de esto que mencionábamos anteriormente , y que comenzamos ganando con un gol de pene de Coates, nos toca hacer el gol de la victoria por intermedio del moreno elemento Rolan con un taco de otro partido. Que el player más frío del plantel haga ese gol, es como una mojada de oreja al obdulista que deja la garganta puteando y se queda todavía más caliente. Lo peor, es que uno sabe que este tipo de jugadores hace esas cosas por gusto.
Preferimos enfocarnos en que Ecuador presentó un jugador de nombre Alegría, y todavía le dejo la suela arriba a Sánchez sin que nadie se la cobrara. Nadie le anotó el número, nadie le indicó que estábamos en Uruguay, nadie lo hizo abandonar la cancha con dificultad. Así no, reitermos que esas cosas no se deben dejar pasar. Dentro de lo positivo, el goalkeeper Muslera volvió a vestir de riguroso negro, brindando una luz de esperanza y un toque de sobriedad digno de nuestros cancerberos de todas las horas. Ojalá lo mantenga, y no vuelva al naranja flúo a las primeras de cambio.
Cuando parecía que el partido se ganaba con ese gol marcado con la hombría del espigado Coates, Gastón Silva no supo como hacer el foul táctico en el mediocampo y una corrida del delantero propicio el empate. Había mil maneras de parar ese avance, no utilizó ninguna. Temimos ahí que el equipo entrara en un pozo, y tal vez hubiéramos preferido eso a ganarlo con un gol de taco. Si pasaba eso, como tantas veces, el verdadero y fiel obdulista iba a seguir bancando, más aún ante el abandono en masa del calendarismo exitista. Pero a Rolan, que venía mostrando menos participación que los teros que se peleaban sobre el verde gramado, se le dio por hacer ese gol desubicado, no solo nos sacó del partido, sino que le complicó todo al quetejedi. Y para peor, hizo que su compañero Ramírez estuviera calentando 20 minutos, porque iba a entrar por él, para tener que volver al banco. Y sabemos lo que le cuesta a Ramírez entrar en calor, eso es de mal compañero señor Rolan.
Así se fue el resto del partido, donde lo saludable fue terminar pidiendo la hora, pero lo preocupante vino por el lado de que vino un debilitado Ecuador y nos pegó. Si nos ganaban 3 a 0 pero por lo menos hacíamos sentir el hacha, al menos quedaba la satisfacción del deber cumplido. Lo inentendible, fue que si ponemos la bañadera, ¿no entraba en juego el Tata? Creemos que sí. Para redondear, nosotros no entendemos bien esto que está sucediendo. Hemos dejado livianamente aquel quinto puesto patrimonial de nuestro país en manos de equipos sin tradición en estas lides, que no saben valorar la calculadora, la especulación y el periodismo pidiendo jugadores que la rompen en el ascenso argentino. Reiteramos, sentimientos encontrados nos invaden. Tan discímiles como un gol anotado con el miembro y otro con desubicada calidad.
QUE VUELVA EL SUFRIMIENTO DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!