Este partido no se podía perder en estas condiciones. No había manera de volverse de Argentina sin al menos un punto, no en circunstancias normales. Lo visto ayer fue la más certera definición de la palabra tibieza, logrando enardecer al obdulista que se pasó puteando todo el partido con riesgo de sufrir un pico de presión por culpa de este equipo.
Enfrente, una Argentina en la que hasta uno de sus más habilidosos pegó, tanto que se fue a las duchas con doble amarilla por levantar la patita. Nada de aquel “pegamos los primeros diez minutos, y después ganamos jugando al fútbol”, ni del “ataca Argentina, gol de Uruguay”. Nada de nada.
El pueblo obdulista pedía por lo menos sacar un empate de pesado metiendo centros a la olla, con zagueros subiendo a los ponchazos con la expresión desencajada buscando el nucazo salvador que le diera un poco de épica al asunto. Pero no hubo un Chengue que hiciera entrar al rival, y que contagiara un poco a sus compañeros, hasta en una de esas embocaba una al arco. No hubo tantas cosas, que no vale la pena calentarse, la verdad.
En cambio, sí hubo muchas risitas y besitos de Suaréz con Messi, cosa que no sorprende porque ya lo hizo con Neymar. También hubo un Giménez rubio, cuando en otra época hubo un Trasante que le decía a Maradona que si lo tenia que matar por la plata de los hijos no le importaba quien fuera.
No hubo una juntada de rodillas que emparejara el partido, porque no nos gusta jugar con uno más. Tampoco se apeló a las reservas anímicas para empatar, por el contrario, se le dio entrada a Rolan y a Gastón Ramírez (que justo es decir, sorprendió con una amarilla por reiteración de faltas, atendiendo a Messi y dos veces a Mascherano). Queda esa amarga sensación de no sentirnos representados, y de pensar que con muy poquito nos traíamos al menos un punto. Siempre teniendo en cuenta las formas, como correspondería a un team oriental.
QUE VUELVAN LOS CLÁSICOS RIOPLATENSES DE ANTES, QUE VUELVAN LAS BATALLAS DE VISITANTE DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!