Usted recordará aquella Copa América de 1995, ganada, para empezar. Recordará a aquel DT, el Pichón Nuñez, con las mismas copas ganadas que el Quetejedi. Tendrá en la memoria el exquisito tema musical compuesto por el Pajarito Canzani para la ocasión en la que el pueblo oriental festejó el triunfo de un equipo de hombres que doblegó al propio team brasilero que venía de ser campeón del mundo y no defeccionó en una tanda de penales. De paso, hasta probó que los nervios del oriental de a pie andaban de novela, porque no nos consta que nadie haya infartado cuando se vio al player Alvarito Gutiérrez enfilar hacia el punto penal con el útil bajo el brazo. Otro Uruguay, el de dentro de la cancha y el de afuera, también el de la tribuna.
Hoy nos toca quedar afuera de una Copa América a manos de Perú, con nuestra figura pateando un penal como un nueve de la Liga Universitaria sin dormir y con esa aberración llamada VAR que en tres ocasiones anuló conquistas celestes por posición adelantada. Qué paradoja, un team que vivió adelantado no pudo adelantar en el certamen. Y para más datos, empujado por un público calendarista que ya estaba jugando el partido contra Chile antes de vencer a Perú. ¿Desde cuándo un público oriental se adelanta a los acontecimientos y da partidos por ganados antes de tiempo?
Mucho adelanto, dirán algunos, pero creemos que el atraso vino en la conformación del plantel. Nunca Uruguay logró consagrarse en algo sin elementos de ébano en su delegación, está documentado. Así, un equipo sin morenos elementos ni raspadores en el mediocampo, hizo lo que pudo. Porque, de haber seguido en carrera, éramos firmes candidatos a volver a ganar el premio ferplei. Algunos, dirán que representa un adelanto en relación a comportamientos de teams de otrora, pero bien sabemos que es todo lo contrario.
Para muestra, lo visto hoy. Nuestro combinado fue incapaz de tirarle la camiseta por encima a un team incaico que se dedicó a plantar dos férreas líneas de cuatro para llegar a la definición, donde ejecutó como se debe ejecutar en este tipo de instancias. Así se despide un equipo con players con camiseta de manga larga debajo de la celeste, sin tarjetas rojas, sin scaramuzas, pero eso sí: con tres adelantamientos (uno de la propia hombría de Roberto Cavani que ya detallamos en el 1×1) y un público que vendió la piel del oso antes de cazarlo. Tan adelantados son, que ahora se van a Porto Alegre a disfrutar del clásico del Pacífico y a hacer la ola. “En su Copa de América, todos adelantando”, les cantaría el juglar Canzani hoy. Que vuelvan las Copas de antes, que vuelvan las definiciones por penales de antes, que vuelva el público fiero de antes y que vuelva la celeste de antes, por favor.