El encuentro de amistoso tuvo poco, al menos para los jugadores de Guatemala, recios elementos que ante su notoria falta de técnica apostaron por cagar a patadas a nuestros tibios players sin que nadie tomara cartas en el asunto. En ese contexto, el primer tiempo lo disputaron como si se estuvieran jugando el pasaje a la Copa del Mundo y no le escatimaron a la pierna fuerte. No podemos hacer otra cosa que celebrar esa postura de los centroamericanos, que a lo mejor vinieron preparados para enfrentar a aquel equipo que hizo mundialmente famosa la “Garra Charrúa” pero se encontraron con un grupo de monaguillos que siempre pone la otra mejilla. Sí, nos pegó Guatemala en el Coloso de Cemento, y de nada importa que se haya ganado 5 a 1. Como siempre decimos, lo que verdaderamente importa es la manera de hacer las cosas.
Esta misma Guatemala descontó aprovechando un córner mal defendido, y con un arquero que además de vestir de naranja flúo muestra escasa presencia y no infunde el debido respeto en los fogüar rivales.
Por otra parte, no nos gusta esa intención maricona y tan ajena a nuestra esencia de intentar jugar al futbol como si fuéramos Brasil. Critíquennos todo lo que quieran, pero la marca en el orillo de Uruguay es el pelotazo casi orbital que cae como meteorito en llamas en el área para que el atacante de turno se revuelva como pueda. A lo sumo se admite un jugador con cierta cuota de habilidad, pero que inevitablemente queda eclipsado por el derroche de huevo, marca y juego vertical que tan incómodo pone a los rivales. Con sumo desconcierto hoy decimos que el Cacha, ese descendiente directo de Obdulio, fue nuestro jugador más golpeado. Y ni siquiera el público reaccionó ante este hecho.
Estamos hablando de un público netamente calendarista modelo Sudáfrica 2010, que al decir del quetejedi “siempre sorprende”. Un público que aplaudió, disfrutó, hizo “la ola”, y no silbó a los guatemaltecos que festejaron su solitario gol como si fuera la final del mundo. Este partido en otra época se jugaba ante 4000 personas que terminaban abucheando al combinado compatriota y puteando al débil rival, en un match que seguramente se empataba o se ganaba 1 a 0 con gol en los descuentos.
Hoy en cambio se pudo ver a un team oriental que claramente no nos representa, en comunión con el público, respetando al rival, intentando jugar a ras del piso, y con un moreno elemento como Abel Hernández que nada tiene que ver con los negros que nos hicieron grandes, bailando cumbia por un gol contra el nº 93 del Ranking FIFA. Y todavía el quetejedi debe estar contento porque recuperó a Livianico Lodeiro…
QUE VUELVAN LOS AMISTOSOS DE ANTES, QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!!!