Un pueblo lo sabe, mientras que otro lo ignora. Es así, estamos los que seguimos con pasión las alternativas del Mundial de Fútbol 7 que se desarrolla en Guatemala y los que ignoran por completo que un grupo de prohombres está sudando la casaca color cielo en una justa mundialista. Para estos últimos, esta selección está tan alejada de sus ideales como Paolo del fair play o el Chengue de los fundamentos técnicos del fútbol. Para nosotros, ver nuevamente en una cancha a Marcelo Danubio Zalayeta, Fernando Petete Correa, el Bolita Lima, Nicolás Ezequiel Rotundo, Néstor Gabriel Cedrés, el Popi Flores, el Cabeza Delgado; junto a otros como Diego Perrone, Antonio Pacheco, Richard Nuñez, el Ñato Parodi, Andrés Fleurquin y por qué no, el Chino Recoba, es volver el tiempo atrás.

La anécdota marca que Uruguay clasificó a cuartos de final en el Mundial, luego de ganarle 6 a 2 a un representativo canadiense compuesto por los empleados de una empresa de seguros y uno de apellido Vespa. Una lástima que no convocamos a nuestro propio Indio Líber Ernesto Vespa, para mostrarle al mundo cuál es el verdadero. Antes de esta contundente victoria, se le había ganado a Costa Rica y se había perdido ante el local, en una demostración típica de la celeste de antes en la que se podía perder contra equipos ignotos pero sin perder la esencia jamás.

Nuestro combinado da ventaja desde el punto de vista de la edad de sus componentes, pero nadie tiene más de lo que no se compra en la farmacia que un cúmulo de jugadores de esta estirpe. A estos, usted no tiene que explicarles nada. Podrá decirse que faltan varios que el pueblo obdulista hubiera querido ver, pero también es justo decir que estamos bien representados.

Este equipo tiene a Zalayeta de suplente para que no quede robado, tiene a varios que están lejos de su mejor estado físico pero saben qué camiseta es la que están luciendo y suplen con pundonor sus carencias físicas, tiene guerreros y tiene a algunos magos, tiene al gran Chino Recoba que hasta se da el lujo de pegar algún tiro libre en la barrera pero siempre con esa calidad que todos le conocemos. Es que el Chino es tan bueno, que hasta no hace poco se daba el lujo de que lo pidieran para jugar 10 minutos en la selección actual. Por si fuera poco, se da el gusto de jugar con su gran amigo Pacheco, dando ambos la mejor señal de que la gloriosa malla está por encima de cualquier club.

Mientras un pueblo mira programas de cocina y lee libros de diseño de interiores, hay un pueblo obdulista que valora que esta selección viaje en ómnibus como los de la ONDA sin quejarse y aprecia que juegue al pool y a las cartas en la concentración y no sepa lo que es un play station.

Siéntese el viernes a las 20 frente a la pantalla que seguro no lo van a defraudar, sea cual sea el resultado. De paso, muéstrele a las nuevas generaciones que clase de elementos supimos tener alguna vez en nuestras canchas y en nuestro combinado. En el Mundial de Fútbol 7 volvió por un rato la celeste de antes y un pueblo lo sabe. Que no se lo cuenten.