Se anunciaba como la despedida del representativo del proceso, con algunas bajas antes de partir a yanquilandia. En una fría noche de mayo, el coloso de cemento se prestaba a recibir en sus gloriosas instalaciones al match entre el combinado oriental y Trinidad y Tobago, un país del que desconocíamos la existencia de tradición futbolística. Por televisión se veía que el público presente era poco, y no sabemos si había algún tipo de problema de sonido de la gente del canal de Paco, pero las gradas acompañaron a la perfección el frío imperante en nuestra capital.
Pasando al partido en sí, vamos a empezar por el arco: tuvimos el agrado de conocer a un señor de apellido Silva (se nos informó que había participado del repechaje con Jordania), vestido de negro y de apariencia sobria a lo Mazurka. Y por si esto fuera poco, va y debuta un segundo golkiper de apellido Campaña, también de riguroso negro. Le decimos entonces al cara de niño Muslera que se quede allá con los turcos y con sus ropas fluorescentes.
A todo esto, se produce el gol del combinado visitante a los 6 minutos, enmudeciendo a los presentes. En ese momento, también nos dimos cuenta de que teníamos a un jugador con moño en la zaga, y ahí nos convencimos de que nos merecemos lo peor. Hablando de la zaga, el barbado Victorino nos retrocede cinco casilleros con su nuevo corte juvenil y jugando de guantes, al igual que Sánchez y Rolan jugando de polera. ¿Elementos de ébano de polera? ¿Se imagina a Andrade, a Obdulio, al Chengue? ¿Verdad que no? Pero para que los contras no digan que siempre criticamos todo, hoy vamos a destacar a Livianico Lodeiro y una recuperación milagrosa, justo es destacar que el botija tiene cara de bueno pero es bastante resistente al dolor por lo visto.
Yendo a lo verdaderamente importante, cabe preguntarse para qué sirve un partido así, pero seguro que nadie tiene la respuesta. La frialdad del público, contribuye como viene pasando a que haya menos ruido que en un entrenamiento. En otras épocas, un amistoso con tan poca gente al menos daba para que algún compatriota gritara algún improperio o un “tapalo con diario” en una ocasión como la que se vio cuando el player visitante quedó tendido en el suelo.
De la ficha técnica del match, decir que el hermano afrancesado de Patoruzú Guglielmone se despachó con dos goles, y pasó al legendario Héctor Scarone en la tabla de goleadores históricos de la celeste. Ese hecho habla por sí sólo, no vamos a decir más nada. Para el segundo tiempo, y por si ya hacía frío, va el quetejedi y pone a Ramírez. Por lo menos lo sacó a livianico, ya que juntos hubieran hecho un desastre climatológico sin precedentes. En un momento, el mediocampo de Uruguay se componía del tío Chiche, el Tata y un vecino. Suena como la descripción de un partido de fútbol callejero en cualquier barrio del país, ¿verdad? Hay que agregar, que si la entrada de Fucile tenía que suceder para ver a Palito de capitán, entonces bienvenida sea. Ese descendiente de Obdulio merecía portar el brazalete por primera vez, y usted y nosotros fuimos testigos.
Decir como reflexión final que queda en el debe alguna pierna fuerte de parte de cualquiera de los dos bandos, alguna scaramuza que levantara al público calendarista de sus asientos, así fuera para horrorizarse. También agregar con preocupación que la única amarilla del encuentro fue para un jugador rival. ¿No era más productivo realizar un movimiento de estas características contra Basañez, Albion o el equipo de la Mutual de Futbolers? Gente que plantara cara al combinado, no como estos muchachos que no tenían ni idea de lo que vinieron a hacer. Confiamos en que al menos alguien les haya mostrado un poco de nuestra ciudad!
QUE VUELVAN LOS AMISTOSOS DE ANTES, QUE VUELVAN LAS DESPEDIDAS DE ANTES Y QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!