Cuando parece que nada nos va a asombrar, aparecen los pichones del proceso haciendo una especie de danza ritual de los indios de Nueva Zelanda, supuestamente para motivarse e intimidar a Brasil en la previa del partido del jueves.

La verdad que nos tiene casi sin palabras esta situación, y no podemos pensar en otra cosa que no sea en la memoria del pobre Obdulio. ¿qué diría el Negro Jefe ante esta demostración de poca identidad de nuestra botijada? Es en estos momentos en los que más se nota la falta de un verdadero guía espiritual y futbolístico que ponga a los botijas en su lugar, mostrándoles que nuestra tradición es muy rica en elementos propios como para motivarse.

Que aparezca alguien que se ilumine y los mande a ganar los partidos con las armas orientales de toda la vida, esas que a los brasileros los intimidan con su sola presencia, y que se dejen de estas cosas raras que nos avergüenzan frente al mundo.

¿Qué sómos ahora, nuevozelandeses? ¿Dónde quedó la intimidación Charrúa? La verdad que no entendemos nada, la mejor danza es la de meter como caballos con los dientes apretados en cada pelota y dejando todo en la cancha. Si es necesario, se recurre a la juntada de rodillas, al codo, al insulto ante un rival que sepa a quien se está enfrentando. Sinceramente no nos imaginamos a nuestros prohombres realizando este tipo de demostraciones, y tampoco a los grandes técnicos uruguayos permitiéndolas.

Ahora, y para completar la vergüenza hasta límites históricos, les falta hacer esto antes del partido ante los ojos del mundo. La Celeste es muy grande para andar incorporando elementos de otras culturas, por favor que baje la bofetada de Obdulio o de Nasazzi desde el cielo, y que de una vez por todas vuelva la juventud de antes y la Celeste de antes!