Se cerró la participación mundialista del combinado, con un partido en el que debió haber algún embate anímico más. Analizamos a los 15 uruguayos que ingresaron a la cancha y al Quetejedi, en el último “Uno x uno” de Rusia 2018. Esperamos que hayan estado a la altura de lo que el obdulista esperaba, y como ya sabrán, no nos interesan opiniones contrarias. Así los vimos hoy:

Muslerita: Venía de una buena metida de gaucho, con presencia, a un portugués al grito de “me pateaste la mano, cagón”. Se vio que la mano le quedó afectada. Roque Máspoli atajaba pelotas con tiento y no usaba guantes.

Cáceres: La verdad que metió lo que debe meter un jás uruguayo, y cuando es así, no nos molesta que las damas calendaristas griten cada vez que aparece en pantalla. Si aparece con un cierre, un tranque, una barrida; siempre será preferible a que aparezca por un short bajo, una tetilla prominente o una acomodada de pelito.

Giménez: Queremos siempre jugadores que sientan la camiseta y a los que no les de igual una derrota. José Giménez ha dado sobradas muestras de compromiso y potencial obdulista, pero las lágrimas por la derrota no se muestran al rival ni al mundo. Se muerde el labio inferior, se descarga un cortito a las costillas del foguar rival para desahogarse, se lucha hasta el final y después en la soledad del vestuario (y abajo de la ducha para disimular, se descarga la bronca si le sudan los ojos). Es joven y va a ser capitán en el futuro, crédito abierto.

Roberto capitán y prócer de la patria Godín: El ir a levantar en peso al ritmo de un improperio al pizarrero adolescente, la prestancia de siempre, el resto anímico, la exuberancia de una pelada y una joroba en las que viajamos 3 millones, ¿qué más se podía pedir? Acaso algún golpe más subido de tono, pero eso no le quita su lugar como uno de los mejores capitanes de siempre.

Laxalt: ¿Lo queremos en el combinado? Sí. ¿Tiene que erradicar el peinado a lo Bo Derek? También. Hay que hablarle, hacerle entender que va a ser el jás izquierdo por muchos años, así que tiene tiempo para ir dejándose el bigote y sacándose las trencitas.

Jockey Torreira: Encomiable entrega del diminuto e incansable centrojás, del que todavía tenemos todo por conocer. ¿Es capaz de una roja directa?, ¿cómo responde en una gresca en túnel, manga o a nivel de cancha?

Nández: Otro elemento rescatable, como demostró andando a los manotazos y señalando con el dedo en la cara al ébano Pogba 30 centímetros más alto, luchando cada pelota, tirándose a los pies y dejando hasta la última gota de sudor. Algunos le piden que levante bien los centros, pero eso se aprende. Lo importante ya lo tiene, y siempre viene bien. Dependerá de él estar del lado de los Bastriboys o ser el nuevo Ruso Pérez.

Bentancur: Es imposible no preocuparse de que las únicas dos tarjetas del torneo hayan llegado por obra y gracia de un botija al que cualquiera querría de yerno. Nada que objetar en la acción en la que sacude la osamenta de un franchute, generando el tiro libre que derivó en el primer gol. Pero eso es lo de menos, porque lo saludable es el instinto de buscar el contacto con la tibia rival. Necesita incorporar algo crucial en un centrojás: aprender a pegar.

Vecino: El Gaucho De los Santos hacía la calesita y pegaba, el Gato Romero tocaba con seguridad y pegaba, el Pato Sosa hacía alguna pisada y pegaba, el Canario clavaba tiros libres, metía cambios de frente y pegaba por todos los otros. ¿Vecino juega? ¿Vecino pega? ¿Vecino sabe cuidar al zaguero francés para que no cabecée? Si a usted en otro tiempo, le decían que en la Celeste iba a tener al 5 del Inter del férreo balompié italiano, hubiera pensado en un rústico elemento capaz del máximo órden táctico y con la pierna fuerte como bandera. Que vuelva el Inter de antes, hasta con el Chino.

Stuani: Vamos a quebrar una lanza por un hombre de notorias limitaciones técnicas y mucha vergüenza deportiva. Tenía que suplir la exhuberancia física de un hombre alimentado a guiso de jabalí y criado a la sombra del legendario Patoruzú Guglielmone, lo que no es poca cosa. Algunos le dirán “Estatuani” y se burlarán de su incapacidad de flexionar las rodillas, pero nunca le reconocerán que en los primeros 20 minutos del match metió una paralítica al lateral derecho y otra al izquierdo, al que le dijo “levantate” al oído. Tampoco le reconocerán que recibió una patada fuerte y no dijo ni “ah”, ni se revolcó por el suelo, ni pidió var. Siempre querremos a aquellos players que molestan al calendarismo con su presencia poco agraciada y su fútbol alejado de los firuletes y el show.

Luis Alberto Suárez: ¿Qué debe tener una estrella de la selección uruguaya que se precie de tal? Ser discutido por la gente. Ya no se percibe aquel idílio acaramelado con todo lo que hacía Suárez, ahora el calendarista tipo le da la espalda porque prefiere a Roberto Cavani (al que no por eso vamos a dejar de bancar). A Suárez ahora se le dice que está gordo, que no venga más, que allá hace goles y acá no patea al arco, que tiene que jugar Maxi Gómez. Le habrá faltado patear al arco hoy, sí. Pero propuso el contacto en cada acción, aunque cabe notar que está simulando nivel Neymar. Se entreveró incluso con su compañero el zaguero de ébano y manoteó a un par de franceses en el conato que se propició en el segundo tiempo.

Ingresaron:

Cebolla: Pundonor para dar y regalar, intentó un par de remates entre un mar de piernas y trató de llevar la cosa hacia el lado que más nos convenía. Pero vio poco eco, y no pudo repetir acciones pasadas como el golpe de puño al argentino Heinze. Le habrían espetado que le pegó a un adolescente, o a un afrodescendiente, cosas que no pasaban en el fútbol de antes. Acaso el Cebolla esté luchando contra el inexorable paso del tiempo, y no captando la misma indirecta que le hicieron al Cacha con el talle de la casaca color cielo. Ese día, lo vamos a extrañar.

Gómez: Se dice del botija Gómez que es el sucesor de Suárez, y lo que vemos es que va a tener que definirse. Haberse estilizado le jugó en contra, porque ahora es uno más.

Urreta: Apareció Urreta y nos remontó al pasado, a un tiempo en el que existieron los punteros. En ese tiempo, también existía la Urreta y su exquisito sabor naranja. Ahora, si es puntero y tiene jopo, no puede perder un sprint en acomodarse el cabello. En un Mundial, eso se paga caro.

Quetejedi: Si Muslerita no pone las manos firmes, Giménez no puede contener el llanto, Vecino no puede cuidar 5 segundos a su marca y Stuani no puede llegar al área rival; no es culpa del quetejedi. Lo que si es responsabilidad del DT, es no asumir que iba a jugarse al empate, lo que no es ningún pecado. En ese caso, no hay que poner a los Bastriboys y a Stuani a hacer el ida y vuelta, sino que por ejemplo, poner la línea de 7 con la que cerró el partido Bélgica.

Antonio: Habló por teléfono con Carlos Bueno antes del partido y le dijo que si hacía un gol, no lo iba a gritar; hizo el gol y no lo gritó y todavía tuvo la deferencia de tirar a propósito un tiro libre pa’ las chapas cuando iban 2-0. Se ve que el tipo quiere ser uruguayo en serio, y si nos vacunó fue porque nuestro goalkeeper así lo dispuso.