Exitismo. Los ecos de un “hazañoso” empate en Brasil resonaban todavía por obra y gracia de la prensa deportiva y del público calendarista que corrió a las boleterías para llenar el coloso de cemento. ¿Y qué podía pasar en un partido ante un diezmado Perú con todo tipo de problemas? Lo que pasó hoy, un trabajoso y magro triunfo por la mínima como pide la historia.
¿Qué esperaba usted hincha post 2010? ¿Acaso una goleada ornamentada por un fútbol atildado de cara a la tribuna? No, la historia de la celeste de antes marca que siempre después de un buen resultado en el exterior tiene que venir un empate o derrota jugando mal frente a un estadio lleno. Porque está en nuestra naturaleza, se responde a la expectativa desmedida de la opinión pública con una paupérrima exposición futbolística y una sufrida victoria de local contra un Perú con 4 bajas.
Empezamos a hacer sentir cómodo al visitante cuando mira hacia el arco. Si usted es delantero rival y enfoca la vista, y lo que ve es un botija con cara de monaguillo, lampiño, con el pelo pal costado y ropa amarillo flúo… Pero por lo menos recuperamos a un obdulista como el Mono Pereira, hoy capitán; quien junto con el barbado Victorino, el rústico Coates (no confundir sus agraciadas facciones con falta de condiciones y pierna fuerte) y el descendiente directo de Obdulio, el Palo Pereira conformaron una línea de 4 ideal para este tipo de partidos.
El mediocampo funcionando al influjo de un Cacha con más aire, ya que se pidió una camiseta un talle más grande. Eso lo hizo jugar más cómodo, disimulando la ausencia del Tata y de Vecino. Poco fútbol, lejos de lo que pide aquel que mira al Barcelona o al Bayern los fines de semana, y que lleva a que al entusiasmo inicial siga el murmurar de las tribunas, luego el silbido y la reprobación hacia estos “que juegan allá y acá se arrastran”.
Por momentos nos hizo acordar a las épocas de los repatriados, cuando la reprobación de la tribuna a un Suárez que recreaba lo hecho en su momento por un Fonseca o un Francescoli, todo el mundo esperando tres goles pero apareció peleado con la pelota y sin patear al arco. No hay nada mejor para combatir a un público exitista que regalarle este fiasco, esto que ese tipo de público reprueba. El exitismo general también secó al Tata, que volvió a ser blanco de críticas y se retiró lesionado. Esto es así Tata, confiamos en que logrará sobreponerse con el tesón que lo caracteriza. Y para terminar de ser un partido raro, tenía que pasar esto: el mejor partido del hermano de Patoruzú Guglielmone, quien seguramente pasó unos días junto a él para hacerlo reflexionar.
Para el final, destacar lo bien que estuvo el homenaje del negrito Rolan al Dios de ébano Richard Chengue Morales, luciendo la casaca 18 minutos antes de que el público se fuera para su casa decepcionado y habiendo pasado nervios ante un tiro rasante de un player incaico. Párrafo aparte para el público más desangrado de las eliminatorias, más frío que un vestuario sueco. Ni el tibio “soy celeste”, ni un silbido cuando la tenía el rival, nada. Público era el de antes, sin dudas.
QUE VUELVAN LAS PERFORMANCES DECEPCIONANTES DE ANTES, QUE VUELVA EL PÚBLICO DE ANTES Y QUE VUELVA LA CELESTE DE ANTES!